Un lingüista, sin conocer
El Mirón y tan solo atendiendo a la etimología del topónimo, nos dirá que éste nos indica una doble función: “mirar”, es decir, la atalaya que posibilita estar en permanente vigilancia; o bien la forma céltica “miro-randa”, la frontera. Y no habrá errado el tiro. Entonces, cuando le llevemos a conocer nuestro
pueblo podrá observar que se sitúa sobre un domo granítico desde el que se dominan todas las tierras circundantes, especialmente el
valle del Corneja. Y ahondando en la
historia también podremos ver que fue frontera del reino de Castilla con el reino de
León en la época de la Reconquista.
Su repoblación y fortificación se realiza a finales del siglo XII y principios del XIII. Aunque al principio era la menos poblada de las villas de Valdecorneja y se la otorgaba una misión
militar, pronto superó a La Horcajada, debido a su privilegiada posición en las rutas comerciales y ganaderas con
Salamanca y Alba de Tormes. Su villa y tierra comprendía una superficie de 72km2, correspondientes a los núcleos de El Mirón (con La Narra),
Collado del Mirón,
Villar de Corneja y
Santa María del Berrocal (con
Valdemolinos, Arroyocampos y
Navahermosa de Corneja).
La fortificación que se encuentra junto al pueblo, conocida popularmente como “
Castillo de los Moros”, nos indica la posibilidad de que el valle estuviera controlado por los musulmanes hasta la mitad del siglo XII. En prospecciones arqueológicas recientes se han encontrado restos de
cerámica, bronce y monedas
romanas, además de una
iglesia mozárabe de la época alto-
medieval. El
torreón y el recinto
amurallado, asentado sobre un recinto anterior, se piensa que son de la época bajo-medieval. También se han encontrado restos de viviendas dentro del recinto fortificado próximas al torreón.
La villa perteneció al Ducado de la
Casa de Alba, utilizando el Duque estas tierras como coto de
caza en sus ratos de ocio. El Mirón fue cabeza de partido de la provincia de Salamanca hasta 1833, cuando pasa a pertenecer definitivamente a la provincia de
Ávila, hasta nuestros días. De su importancia pasada nos queda testimonio de la existencia de casa del inquisidor, alhóndiga, dos
conventos (en La Monja y La Malena) y dos
plazas de
toros (en El Coso y La Corredera).