En la
fotografía aparecen dos estructuras que han servido al
pueblo durante muchos años de sustento y esparcimiento, aunque hoy día sean cada vez menos utilizados. Pocos son los mironeses que aún recorren
pueblos perdidos de provincias lejanas. Los viejos nómadas del paño hace tiempo que decidieron asentarse en grandes municipios a salvo del ajetreo de los grandes camiones por las
carreteras locales. El
frontón, a falta de
juventud, descansa apacible durante la semana, pero aún es un lugar de encuentro cuando los "forasteros" visitamos nuestro pueblo y lo usamos como
polideportivo. Las pelotas que saltan el muro van al primer y segundo prao, y algunos son capaces de lanzarlas al tercero. Cuando volvemos, una vez recuperadas, tenemos los calcetines llenos de molestos arigüelles.