Qué recuerdos de la niñez, cuando el día de
San Gregorio subíamos todo el
pueblo en
romería hasta la Atalaya.
Toda la chiquillería tocábamos los cencerros con frenesí para espantar la plaga de langosta que en épocas pretéritas asolaba los
campos de la Moraña.
Era un día doblemente alegre porque no teníamos
escuela.
¿Quedan aún cencerros en las
casas de
Flores?