La historia siempre han terminado por colocar a cada uno en su sitio, tarde o temprano los perversos caen, y la vida es demasiado larga como para confiar en la suerte de una imposición amenazante.
Ellos, los perversos, terminan por desconfiar de todos, por quedarse solos en su caótico intento por mantener un poder que nunca les fue concedido, sino que fue impuesto con malas artes, y la soledad acaba por minar al más fuerte. Su caída suele ser lenta pero inexorable, y una vez toman conciencia del inicio del fin de su imperio procuran infligir el mayor daño posible a sus semejantes, en una demente carrera hacia delante, carrera que tiene de manera irremediable como fin el más oscuro de los abismos.
Ellos, los perversos, terminan por desconfiar de todos, por quedarse solos en su caótico intento por mantener un poder que nunca les fue concedido, sino que fue impuesto con malas artes, y la soledad acaba por minar al más fuerte. Su caída suele ser lenta pero inexorable, y una vez toman conciencia del inicio del fin de su imperio procuran infligir el mayor daño posible a sus semejantes, en una demente carrera hacia delante, carrera que tiene de manera irremediable como fin el más oscuro de los abismos.