Mi abuelo, José Márquez Andaluz, bajo cuyas órdenes, tantos
pinos se plantaron, fumiga en esta
foto los suyos. Mi abuelo trabajó honradamente toda su vida y, cuando físicamente ya no pudo trabajar más, quiso seguir haciéndolo; y lo siguió haciendo hasta que se tuvo que sentar, y esto lo hizo muy derecho, con mucha templanza y mucha clase y así siguió hasta el final.