Sus orígenes se remontan a 1335, aunque los frailes se instalan en el
convento en 1528. La enorme mole de la que ojalá quedasen vivos más recuerdos (aunque resisten lo suficiente para entender su empaque), es digna de una población diez veces mayor. Con razón empleó en ella casi toda su fortuna su mecenas, Gaspar de Quiroga, arzobispo de
Toledo y protector de Fray Luis de
León, que aquí dejo de vivir aunque no de existir.
Fue prestigiosa cátedra universitaria y testigo de peripecias políticas:
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