Palacio característico castellano, como el carácter local: austero pero sólido, serio aunque ameno. Cedido en 1525 por el Emperador Carlos V a las monjas agustinas, que lo ampliaron y aún lo custodian. En una de sus estancias más humildes nace un 22 de abril de 1451 una niña llamada Isabel. La mezcla de la vida palaciega y monacal se respira no solo en las obras de ante -incluido un retrato fidedigno de los Reyes Católicos o del espectacular sepulcro de dos hijas de reyes-, también en el claustro, en la sala donde se celebraron Cortes de Castilla, en los suelos de barro, en una sensación particularmente atemporal.