Testigos de una victoria. Batalla de Los Arapiles 22 de julio de 1812.
Donde las tropas napoleónicas recibieron lo suyo hace más de dos siglos y que supuso el principio del fin del hasta entonces todopoderoso e invencible Napoleón, abriendo los ojos al resto de Europa (Napoleón sufrió una enorme derrota que preludió el fin de su hegemonía.). Imagino a los que estuvieron dispuestos para la lucha acudiendo prestos, procedentes de todos los grandes y pequeños
pueblos, armados con horcas, hoces y cualquier objeto que pudiera causar bajas en el enemigo (12.500 franceses abatidos), que quería someter a un
pueblo con el orgullo suficiente como para permitir dicho sometimiento por la fuerza. También imagino a los que no pudieron ir a luchar, porque la edad u otras circunstancias se lo impidieron, oteando desde estas sierras el horizonte y escuchando el fragor de la batalla (disparos, cañonazos, relinchos, gritos, lamentos…) y luchando y animando con su espíritu a sus compatriotas que se estaban dejando la piel porque la "patria estaba en peligro".
Todo esto lo pude imaginar con claridad, tras visitar en el Cuartel del Conde Duque (
Madrid 2008), la
exposición que conmemoraba los 200 años de la Guerra de la Independencia (Invasión Napoleónica), al entrar en una pirámide oscura que reproducía los sonidos de las guerras de aquella época.