No es ni su
sombra de lo que era...
La abundancia de
agua, las
pilas y la gran
charca, siempre llenas.
Antaño se regaban los
huertos de tío Ramón, de tio Valentín y el de tio José María: esos fueron los últimos, porque anteriormente se regaban muchos más. Había agua para todos.
Nunca podré olvidar mi infancia ligada a esta charca, sobre todo en
verano cuando pasábamos buenos ratos cazando ranas... y bebiendo agua a morro.
Y muchos más recuerdos que también pueden ser tuyos.