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Este tipo de construcción recibe el nombre de tená, se solían edificar tanto en el casco urbano como en los prados del término del pueblo. Su función era la de albergar al ganado de las inclemencias del tiempo: en invierno protegerle del frío, en primavera para proteger al ganado de la mosca y en verano para evitar el exceso de calor.
Se construían con materiales que había a mano: piedra, madera, ramos (retama) y tejas. La técnica de construcción consistía en colocar piedra sobre piedra, las más grandes debajo y calzándolas para evitar que se deslizaran. Una vez levantados los muros se colocaban las bigas, los cuartones y los ramos. Por último se colocaban las tejas que recogían el agua de lluvia por los canales.
También se las dió otros usos: como pajares, que como su nombre indica servían para guardar alpacas de paja y heno para proporcionar alimento al ganado durante el invierno.
Las últimas tenás que se construyeron en Mercadillo datan de los años 70 y 80 del siglo pasado. Estas las construyó Santos M. V. utilizando las técnicas descritas.
Santos, Tomás, Valentín, Quico, Resti, José, Paco... fueron los últimos agricultores tradicionales, que se servían de sus manos, los aperos de labranza (que en algunos casos elaboraban ellos mismos) y la fuerza animal para realizar las tareas del campo a lo largo de las distintas estaciones.
Se construían con materiales que había a mano: piedra, madera, ramos (retama) y tejas. La técnica de construcción consistía en colocar piedra sobre piedra, las más grandes debajo y calzándolas para evitar que se deslizaran. Una vez levantados los muros se colocaban las bigas, los cuartones y los ramos. Por último se colocaban las tejas que recogían el agua de lluvia por los canales.
También se las dió otros usos: como pajares, que como su nombre indica servían para guardar alpacas de paja y heno para proporcionar alimento al ganado durante el invierno.
Las últimas tenás que se construyeron en Mercadillo datan de los años 70 y 80 del siglo pasado. Estas las construyó Santos M. V. utilizando las técnicas descritas.
Santos, Tomás, Valentín, Quico, Resti, José, Paco... fueron los últimos agricultores tradicionales, que se servían de sus manos, los aperos de labranza (que en algunos casos elaboraban ellos mismos) y la fuerza animal para realizar las tareas del campo a lo largo de las distintas estaciones.