Tengo el sentido y la sensatez o del pudor. Yo al menos en mi comportamiento he procurado no imponerme ninguna clase de freno que desvirtuase mis sentimientos.
Me viene desde niño, de cuando desperté a las tentaciones del sexo aquella estival mañana en Mesegar en la que descubrí el ansia incontenible de darle un mordisco a la reluciente manzana
Que caía del manzano de tio Anastasio Conservo intacto desde entonces el aliciente morboso de la tentación que me supone dejarme arrastrar por las pasiones sexuales, las que son reprobadas por la moral más ortodoxa y ocasionalmente incomodan a los escrúpulos del urólogo,
Yo no digo que eso sea bueno o malo, ni se lo recomiendo a nadie, pero la verdad es que de casi adolescente me gustaba cuando las mozas iban a lavar al rio Corneja y acercarme entonces a husmear como un perro excitante detrás de la pared de un prado, muy proximo a la aguas cristalinas de ese rio, pasando mis manos por.. el sexo. Nunca desde entonces me abandonó esa mórbida inclinación, a la atracción palpitante de los cuerpos sudorosos de las aldeanas por el cansancio de las brazos de esas mozas con las rodillas en la “tajuela” y extendiendo los brazos sobre las sabanas blancas mojadas (entonces todas la sabanas eran blancas) Por eso desde la infancia me he sentido tantas veces fascinado por la idea de sobrevivir en medio de las inclemencias de la guerra y estar al acecho de las mujeres yertas por el miedo y desvestidas por esa mezcla de calor inguinal
Se por lo vivido al paso delirante y devastador de los soldados que se esfumaban dejando como rastro una derrama de furia, sudor e incontinencia.
Ya digo que lo mío no se trata de una receta, ni lo considero recomendable para nadie. Es una manera personal de entender la emoción del sexo
Consiste a veces en morder con los ojos cerrados la manzana brillante y quedar luego feliz y extenuado mientras comprendes lo hermosa que resulta la vida cuando estás seguro de que pocas cosas hay en ella como el Amor
Saludos Mesegareños
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