Luz y gas para ti
EL LAVADERO
El Lavadero era el único edificio del s. XVIII pre-industrial.
Fue en el pasado un lugar lleno de actividad cuando en él se lavaban las lanas de los numerosos rebaños de ovejas de la comarca, pues debido a tener el agua con muy poca cal, la lana quedaba muy blanca.
Situado en una encrucijada de caminos entre Piedrahita, Villafranca, Bonilla de la Sierra y Mesegar, estaba regido por la orden jerónima que repartía sus trabajos y esfuerzos entre el cultivo de la tierra y la actividad ganadera.
Con el paso del se construyó a su alrededor un edifico central de anchos muros encalados, admirables armaduras de esplendidas vigas y terrazas enlosadas de granito, orientadas al mediodía y limitadas por una magnifica reja de hierro forjado, adornada de flores de lis y rematada por la corona real. Se edificó también un molino al que llegaba el agua por un largo canal que hoy encontramos escondido entre árboles en el rincón de un prado.
Son tiempos de esplendor, que acaban al llegar la industrialización.
El Lavadero era el único edificio del s. XVIII pre-industrial.
Fue en el pasado un lugar lleno de actividad cuando en él se lavaban las lanas de los numerosos rebaños de ovejas de la comarca, pues debido a tener el agua con muy poca cal, la lana quedaba muy blanca.
Situado en una encrucijada de caminos entre Piedrahita, Villafranca, Bonilla de la Sierra y Mesegar, estaba regido por la orden jerónima que repartía sus trabajos y esfuerzos entre el cultivo de la tierra y la actividad ganadera.
Con el paso del se construyó a su alrededor un edifico central de anchos muros encalados, admirables armaduras de esplendidas vigas y terrazas enlosadas de granito, orientadas al mediodía y limitadas por una magnifica reja de hierro forjado, adornada de flores de lis y rematada por la corona real. Se edificó también un molino al que llegaba el agua por un largo canal que hoy encontramos escondido entre árboles en el rincón de un prado.
Son tiempos de esplendor, que acaban al llegar la industrialización.