Yo quise ser torero:
No nace el trigo en Mesegar un lugar lleno de soledad y de pájaros en el que a mí me parece que ni siquiera hay quien haga pan, un sitio en el que apenas hay sol por lo de la sombras, me acompañan Germán el bombero jubilado, que casi pide permiso para ser buena gente, sin que alguien se sienta molesto mi amigo Agustin Gayo (que no gallo) tan importante en mi vida que sólo le ha faltado él casarse con mi mujer; pensé mucho en mi querido amigo Emilio Sánchez con quien compartí los años de mi niñez y casi adolescencia, (queriamos ser toreros) aquella cálida tarde madrileña bien saben mis amigos que teniamos la esperanza de ver torear a el Cordobés, al mismo tiempo que nos llenaba de escepticismo y amenazaba con jodernos el precio de las entradas de la plaza de las Ventas, de modo que nunca supimos muy bien si nuestro remedio estaría en la mano de Dios, cuando desistimos de su esfuerzo. Puede que fuese algo exagerado pero yo le dije al veterano Germán, (el bombero) que la desgraciada decadencia tiene algo que ver con la desconexión de la calle y que eso nos neutralizaba, además de una mala costumbre, ha dejado de ser un vicio los toros y el vino tinto en bota a lo que éramos “aficionaos” Apretaba el calor e incluso estaban al sol las sombras. Entonces pensé y me dije a mi mismo que soy muy afortunado porque toda aquella gente de Madrid que habia fuera de la plaza, me había demostrado afecto sin necesidad siquiera de saber que sólo soy el tipo raro y soñador que me alienta desde la infancia el sueño de que, con un poco de suerte, podria haber sido torero.
Brindis por el pueblo de Mesegar de Corneja
No nace el trigo en Mesegar un lugar lleno de soledad y de pájaros en el que a mí me parece que ni siquiera hay quien haga pan, un sitio en el que apenas hay sol por lo de la sombras, me acompañan Germán el bombero jubilado, que casi pide permiso para ser buena gente, sin que alguien se sienta molesto mi amigo Agustin Gayo (que no gallo) tan importante en mi vida que sólo le ha faltado él casarse con mi mujer; pensé mucho en mi querido amigo Emilio Sánchez con quien compartí los años de mi niñez y casi adolescencia, (queriamos ser toreros) aquella cálida tarde madrileña bien saben mis amigos que teniamos la esperanza de ver torear a el Cordobés, al mismo tiempo que nos llenaba de escepticismo y amenazaba con jodernos el precio de las entradas de la plaza de las Ventas, de modo que nunca supimos muy bien si nuestro remedio estaría en la mano de Dios, cuando desistimos de su esfuerzo. Puede que fuese algo exagerado pero yo le dije al veterano Germán, (el bombero) que la desgraciada decadencia tiene algo que ver con la desconexión de la calle y que eso nos neutralizaba, además de una mala costumbre, ha dejado de ser un vicio los toros y el vino tinto en bota a lo que éramos “aficionaos” Apretaba el calor e incluso estaban al sol las sombras. Entonces pensé y me dije a mi mismo que soy muy afortunado porque toda aquella gente de Madrid que habia fuera de la plaza, me había demostrado afecto sin necesidad siquiera de saber que sólo soy el tipo raro y soñador que me alienta desde la infancia el sueño de que, con un poco de suerte, podria haber sido torero.
Brindis por el pueblo de Mesegar de Corneja