Continuación: Al volverse, la señaló por detrás con el dedo, María no terminaba de creérselo era su amiga de confianza como podía hacer eso pensaba que la conocía no me lo puedo creer pero no podía ser otra persona, aunque no dijeron nada delante de Paca.
La noticia corrió como la pólvora, no había transcurrido ni un sólo día y ya todo el pueblo acusaba y señalaba a Paca como la culpable del robo. Nadie la perdonaba que hubiera sido capaz de robar al mismo Santísimo y abusar de la bondad de doña Cayetana XIII.
Paca había pasado de ser una mujer muy querida, a ser la más despreciada. Intentaba en vano demostrar su inocencia, todos sus esfuerzos no servían para nada, porque todas las pistas acompañaban a su culpabilidad. El señor cura durante el sermón del domingo dio a entender la culpabilidad sin pronunciar ningún nombre.
Invito a la persona que tuviera en su poder las madejas, que las devolviera rápidamente bajo secreto de confesión y no sería delatado.
Paca abrumada por las acusaciones de todo el pueblo y sin poder acudir a nadie porque hasta el mismísimo cura creía en su culpabilidad, se quedó sola y despreciada ante tal situación. Ésta cayó enferma, cosa que hizo que algunos del pueblo se alegraran pensando que era un castigo de Dios.
Por otro lado estaba Manolito hijo único de Paca, al que cuidaba sola y sin
marido ya que era madre soltera, era también sospechoso del robo.
El pueblo malignamente le había puesto, el mote de: “El Niño del Lino”. Manolito que no entendía el porqué de este nombre llegaba a casa llorando todos los días y con miedo de salir de ella cosa que agravaba la enfermedad de Paca.
Ante este estado de gravedad Paca fue visitada varias veces por don Avelino, médico del pueblo, el cual no encontraba una explicación lógica a esta enfermedad. No obstante, don Avelino que no terminaba de creerse que esto fuera un castigo de Dios, como buen profesional que era y aprovechando que su hermano don José que era uno de los mejores médicos de Ávila, en una de sus visitas al pueblo le pidió a su hermano le hiciera un reconocimiento completo y gratuito a Paca.
No encontró ninguna enfermedad conocida, aunque si encontró una similitud con un caso de un paciente que había tenido de Arévalo en su consulta del hospital de Ávila, éste paciente que había fallecido a causa de ésta enfermedad le habían diagnosticado con un nombre muy raro, que según la explicación que les dio a don José, era como un abandono renunciando a seguir viviendo. La única receta que él conocía para esto era que había que dar al enfermo un cariño especial por parte de los que le rodeaban, medicina muy difícil e imposible para Paca después de lo sucedido con el robo del lino.
El día de jueves Santo de 1.783 y a la misma hora que se recuerda la muerte de Jesucristo nuestro Señor, se murió Paca “la Pregonera” que se sentía sola, abandonada y despreciada, por todos los del pueblo.
Mientras en la casa de los Duques de Alba en Piedrahita no sabían nada de lo sucedido. Gracias al interés del pueblo del Villar que estaba a punto de percibir el dinero de Casa de Alba, para la reparación del campanario, y por miedo a que no les gustara no habían dicho nada de la desaparición de las cuatro madejas de lino que seguían sin aparecer.
Cuándo había transcurrido solo unos meses de la muerte de Paca “la Pregonera” corrían los últimos días de Agosto de 1.783 las cigüeñas ya habían abandonado su nido con sus polluelos. Dan comienzo las obras del campanario, con la consiguiente demolición del punto más alto de la torre, que cae al suelo junto con un gran nido de cigüeñas.
La sorpresa es cuando entre los restos del nido aparecen las cuatro madejas de lino, todavía en buen estado por el poco tiempo que había transcurrido desde su desaparición.
Habían aparecido las verdaderas ladronas del robo del lino, una desolación cae sobre el pueblo del Villar que había acusado y despreciado injustamente a Paca.
Don Venancio junto con el pueblo se encuentran culpables y muy arrepentidos. Para reparar el daño, el párroco hizo huso de su influencia y mando a estudiar gratuitamente a Manolito al seminario de Arenas de San Pedro (Ávila). Éste se hizo sacerdote y se marchó América del Sur, estuvo en Paraguay y Argentina.
La Duquesa enterada y apenada por lo sucedido regaló una vitrina para la exposición de las madejas de lino con su historia y una foto retrato de Paca que hizo Francisco de Goya. Para recordar al pueblo y a sus visitantes que no se debe acusar a nadie sin estar seguro de su culpabilidad.
Desde entonces durante muchos años a la misma hora en que murió Paca “la Pregonera”, el día de jueves Santo se reza por ella y se guarda un minuto de silencio; se pide a Paca que perdone a su pueblo que fue tan cruel con ella, cosa que estoy seguro que Paca perdona a su pueblo desde el cielo.
¡Sea verdad o mentira lo que aquí narramos,
no faltan oídos sordos a veces a los cristianos!
Autor Fausto Díaz.
La noticia corrió como la pólvora, no había transcurrido ni un sólo día y ya todo el pueblo acusaba y señalaba a Paca como la culpable del robo. Nadie la perdonaba que hubiera sido capaz de robar al mismo Santísimo y abusar de la bondad de doña Cayetana XIII.
Paca había pasado de ser una mujer muy querida, a ser la más despreciada. Intentaba en vano demostrar su inocencia, todos sus esfuerzos no servían para nada, porque todas las pistas acompañaban a su culpabilidad. El señor cura durante el sermón del domingo dio a entender la culpabilidad sin pronunciar ningún nombre.
Invito a la persona que tuviera en su poder las madejas, que las devolviera rápidamente bajo secreto de confesión y no sería delatado.
Paca abrumada por las acusaciones de todo el pueblo y sin poder acudir a nadie porque hasta el mismísimo cura creía en su culpabilidad, se quedó sola y despreciada ante tal situación. Ésta cayó enferma, cosa que hizo que algunos del pueblo se alegraran pensando que era un castigo de Dios.
Por otro lado estaba Manolito hijo único de Paca, al que cuidaba sola y sin
marido ya que era madre soltera, era también sospechoso del robo.
El pueblo malignamente le había puesto, el mote de: “El Niño del Lino”. Manolito que no entendía el porqué de este nombre llegaba a casa llorando todos los días y con miedo de salir de ella cosa que agravaba la enfermedad de Paca.
Ante este estado de gravedad Paca fue visitada varias veces por don Avelino, médico del pueblo, el cual no encontraba una explicación lógica a esta enfermedad. No obstante, don Avelino que no terminaba de creerse que esto fuera un castigo de Dios, como buen profesional que era y aprovechando que su hermano don José que era uno de los mejores médicos de Ávila, en una de sus visitas al pueblo le pidió a su hermano le hiciera un reconocimiento completo y gratuito a Paca.
No encontró ninguna enfermedad conocida, aunque si encontró una similitud con un caso de un paciente que había tenido de Arévalo en su consulta del hospital de Ávila, éste paciente que había fallecido a causa de ésta enfermedad le habían diagnosticado con un nombre muy raro, que según la explicación que les dio a don José, era como un abandono renunciando a seguir viviendo. La única receta que él conocía para esto era que había que dar al enfermo un cariño especial por parte de los que le rodeaban, medicina muy difícil e imposible para Paca después de lo sucedido con el robo del lino.
El día de jueves Santo de 1.783 y a la misma hora que se recuerda la muerte de Jesucristo nuestro Señor, se murió Paca “la Pregonera” que se sentía sola, abandonada y despreciada, por todos los del pueblo.
Mientras en la casa de los Duques de Alba en Piedrahita no sabían nada de lo sucedido. Gracias al interés del pueblo del Villar que estaba a punto de percibir el dinero de Casa de Alba, para la reparación del campanario, y por miedo a que no les gustara no habían dicho nada de la desaparición de las cuatro madejas de lino que seguían sin aparecer.
Cuándo había transcurrido solo unos meses de la muerte de Paca “la Pregonera” corrían los últimos días de Agosto de 1.783 las cigüeñas ya habían abandonado su nido con sus polluelos. Dan comienzo las obras del campanario, con la consiguiente demolición del punto más alto de la torre, que cae al suelo junto con un gran nido de cigüeñas.
La sorpresa es cuando entre los restos del nido aparecen las cuatro madejas de lino, todavía en buen estado por el poco tiempo que había transcurrido desde su desaparición.
Habían aparecido las verdaderas ladronas del robo del lino, una desolación cae sobre el pueblo del Villar que había acusado y despreciado injustamente a Paca.
Don Venancio junto con el pueblo se encuentran culpables y muy arrepentidos. Para reparar el daño, el párroco hizo huso de su influencia y mando a estudiar gratuitamente a Manolito al seminario de Arenas de San Pedro (Ávila). Éste se hizo sacerdote y se marchó América del Sur, estuvo en Paraguay y Argentina.
La Duquesa enterada y apenada por lo sucedido regaló una vitrina para la exposición de las madejas de lino con su historia y una foto retrato de Paca que hizo Francisco de Goya. Para recordar al pueblo y a sus visitantes que no se debe acusar a nadie sin estar seguro de su culpabilidad.
Desde entonces durante muchos años a la misma hora en que murió Paca “la Pregonera”, el día de jueves Santo se reza por ella y se guarda un minuto de silencio; se pide a Paca que perdone a su pueblo que fue tan cruel con ella, cosa que estoy seguro que Paca perdona a su pueblo desde el cielo.
¡Sea verdad o mentira lo que aquí narramos,
no faltan oídos sordos a veces a los cristianos!
Autor Fausto Díaz.