¿Quién no ha puesto una moneda al paso del
tren?
Yo creo que todos, primero unas generaciónes, después otras, con la
estación como apeadero solo, se pierde hasta la
costumbre del
paseo.
Nos vamos quedándo sin nada en este
pueblo.
El cura, los maestros, el secretario, el
médico, nadie vive aquí.
Y no es poco, que vengan algun día por semana, me pregunto, ¿hasta cuándo?