Cuando uno llega a una cierta edad pierde el interés por ciertas cosas. Descuida su aspecto, se convierte en solitario y huraño, se hace sedentario, sólo habla de sus achaques, se convierte en el pesimista eterno, se considera un parásito social, un estorbo. La vida sigue. No hay que permanecer esperando a la muerte, a ver si aparece al doblar la esquina. La mente debe permanecer activa, hay que relacionarse, comunicarse, dejarse ver. Hablar, hablar mucho. Reír, reír mucho más...
1. Cuidarás tu... Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.