En la
noche del 24 al 25, cuándo era pequeña, recuerdo a mi padre llenando la lumbre de leños, y prenderlos para que pudiesen pasar
San José, María y el Niño a calentarse. Eran cosas que hoy pueden parecer ridículas o absurdas, pero que a los niños nos llenaban de orgullo y satisfación, y nos hacía
felices el creerlo.
Mis mejores deseos para cuantos
amigos pasan a leer y escribir por este
foro.
Felices
fiestas.