La higuera en la piedra
Un día, caminando por las sierras, disfrutando
del paisaje y del descanso del fin de semana,
encontré algo que me llamó poderosamente la atención:
una pequeña higuera creciendo en una piedra.
Como estaba con la cámara fotográfica, hice una foto,
y mientras lo hacía, pensé, tengo que hacer un artículo sobre esto.
Muchos se preguntarán qué me llevó a hacer un artículo
sobre una simple higuera. Pues bien, les diré que me llamó
poderosamente la atención el nacimiento de este árbol frutal
en un medio tan hostil y tan diferente al tradicional
y todo esto lo relacioné con la disposición que tiene
cada ser humano al afrontar en esta vida tantas dificultades.
Cuando veía la higuera creciendo en la roca,
paralelamente me acordaba de mucha gente
que he escuchado, a lo largo de mi vida,
decir estar deprimida, con problemas,
que no podían salir adelante o con falta
de tiempo para realizar un trabajo interior
por no estar en un medio adecuado.
La higuera en la piedra me hizo pensar en todas
aquellas personas que no supieron adaptarse
al medio ambiente y sucumbieron ante las adversidades
de la vida, y que ni siquiera entendieron
el por qué de su paso por la vida.
Muchos pensamientos, de una manera intuitiva,
me pasaron por la cabeza; me alegraba
cuando veía esta higuera cumpliendo
con su misión en la tierra... crecer a pesar de todo.
Todo ello me llevó a la reflexión; una reflexión que sólo
me reafirmaba lo que ya sabía, pero intuitivamente
sabía que tenía que escribir este artículo para muchos
que aún necesitan reafirmar que no importa el medio
en que uno viva, o en qué familia ha nacido,
si es pobre o rico, si nació en el primer mundo
o en el último, si nació con problemas o sin ellos.
La vida tiene muchas facetas y nosotros,
al igual que nuestra amiga la higuera,
sólo tenemos que crecer a pesar
de los obstáculos, aprender y crecer
espiritualmente. Ese es nuestro fin,
nuestro destino en nuestra evolución.
Sucumbir en nuestra evolución
es sólo demorar nuestra felicidad.
Anímate y sé como la higuera;
no sólo crece, sino también da tus frutos
para que otros también puedan crecer.
Un día, caminando por las sierras, disfrutando
del paisaje y del descanso del fin de semana,
encontré algo que me llamó poderosamente la atención:
una pequeña higuera creciendo en una piedra.
Como estaba con la cámara fotográfica, hice una foto,
y mientras lo hacía, pensé, tengo que hacer un artículo sobre esto.
Muchos se preguntarán qué me llevó a hacer un artículo
sobre una simple higuera. Pues bien, les diré que me llamó
poderosamente la atención el nacimiento de este árbol frutal
en un medio tan hostil y tan diferente al tradicional
y todo esto lo relacioné con la disposición que tiene
cada ser humano al afrontar en esta vida tantas dificultades.
Cuando veía la higuera creciendo en la roca,
paralelamente me acordaba de mucha gente
que he escuchado, a lo largo de mi vida,
decir estar deprimida, con problemas,
que no podían salir adelante o con falta
de tiempo para realizar un trabajo interior
por no estar en un medio adecuado.
La higuera en la piedra me hizo pensar en todas
aquellas personas que no supieron adaptarse
al medio ambiente y sucumbieron ante las adversidades
de la vida, y que ni siquiera entendieron
el por qué de su paso por la vida.
Muchos pensamientos, de una manera intuitiva,
me pasaron por la cabeza; me alegraba
cuando veía esta higuera cumpliendo
con su misión en la tierra... crecer a pesar de todo.
Todo ello me llevó a la reflexión; una reflexión que sólo
me reafirmaba lo que ya sabía, pero intuitivamente
sabía que tenía que escribir este artículo para muchos
que aún necesitan reafirmar que no importa el medio
en que uno viva, o en qué familia ha nacido,
si es pobre o rico, si nació en el primer mundo
o en el último, si nació con problemas o sin ellos.
La vida tiene muchas facetas y nosotros,
al igual que nuestra amiga la higuera,
sólo tenemos que crecer a pesar
de los obstáculos, aprender y crecer
espiritualmente. Ese es nuestro fin,
nuestro destino en nuestra evolución.
Sucumbir en nuestra evolución
es sólo demorar nuestra felicidad.
Anímate y sé como la higuera;
no sólo crece, sino también da tus frutos
para que otros también puedan crecer.