VI
- ¿Vais muy lejos?- con voz ya conmovida
la pregunté a mi joven compañera.
- ¡Muy lejos,- contestó- voy decidida
a morir a un lugar de la frontera!-
Y se quedó, pensando en lo futuro,
su mirada en el aire distraída,
cual se mira en la noche un sitio oscuro
donde fue una visión desvanecida.
- ¿No os habrá divertido,-
la repliqué galante,-
la ciudad seductora
en donde todo amante
deja recuerdos y se trae olvido?
- ¿Lo traéis vos?- me dijo con tristeza.
- Todo en París lo hace olvidar, señora,-
le contesté- la moda y la riqueza.
Yo me vine a París desesperado.
Por no ver en Madrid a cierta ingrata.
- Pues yo vine,- exclamó,- y hallé casado
a un hombre ingrato a quien amé soltero.
- Tengo un rencor- le dije- que me mata.
- Yo una pena- me dijo- que me muero.-
Y al recuerdo infeliz de aquel ingrato,
siendo su mente espejo de mi mente,
quedándose en silencio un grande rato
pasó una larga historia por su frente.
- ¿Vais muy lejos?- con voz ya conmovida
la pregunté a mi joven compañera.
- ¡Muy lejos,- contestó- voy decidida
a morir a un lugar de la frontera!-
Y se quedó, pensando en lo futuro,
su mirada en el aire distraída,
cual se mira en la noche un sitio oscuro
donde fue una visión desvanecida.
- ¿No os habrá divertido,-
la repliqué galante,-
la ciudad seductora
en donde todo amante
deja recuerdos y se trae olvido?
- ¿Lo traéis vos?- me dijo con tristeza.
- Todo en París lo hace olvidar, señora,-
le contesté- la moda y la riqueza.
Yo me vine a París desesperado.
Por no ver en Madrid a cierta ingrata.
- Pues yo vine,- exclamó,- y hallé casado
a un hombre ingrato a quien amé soltero.
- Tengo un rencor- le dije- que me mata.
- Yo una pena- me dijo- que me muero.-
Y al recuerdo infeliz de aquel ingrato,
siendo su mente espejo de mi mente,
quedándose en silencio un grande rato
pasó una larga historia por su frente.