NARROS DEL CASTILLO: VII...

VII

Las cosas que miramos,
se vuelven hacia atrás en el instante
que nosotros pasamos;
y, conforme va el tren hacia adelante,
parece que desandan lo que andamos:
y a sus puestos volviéndose, huyen y huyen
en raudo movimiento,
los postes del telégrafo, clavados
en fila a los costados del camino;
y, como gota a gota, fluyen, fluyen,
uno, dos, tres y cuatro, veinte y ciento,
y formando confuso y ceniciento
el humo con la luz un remolino,
no distinguen los ojos deslumbrados
si aquello es sueño, tromba o torbellino.