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Vestida toda de blanco
como gentil princesita,
esta mañana me fui
camino de la campiña.
Las flores me perfumaban,
me acariciaba la brisa
y, amables, desde sus nidos,
las aves me sonreían.
Iba a buscar unas flores
para ti, Virgen María,
Madre del amor hermoso,
reina de las almas limpias.
Del rosal corté unas rosas,
en el lilal (sic) unas lilas
y a la vera del arroyo
un fajo de siemprevivas;
formando un bello manojo
las até con una cinta
de seda y aquí en mi pecho
las llevo todas prendidas.
Mas ¡ay Señora!, bien sabes
que tras ellas escondida
tengo otra flor, que hace tiempo
también por tu amor suspira;
es mi corazón, hermosa azucena
que tú misma plantaste
en mi con tus manos
de jardinera divina.
Ya que están todas tan juntas,
¡tenlas todas, reina mía!
Desconozco su autor
como gentil princesita,
esta mañana me fui
camino de la campiña.
Las flores me perfumaban,
me acariciaba la brisa
y, amables, desde sus nidos,
las aves me sonreían.
Iba a buscar unas flores
para ti, Virgen María,
Madre del amor hermoso,
reina de las almas limpias.
Del rosal corté unas rosas,
en el lilal (sic) unas lilas
y a la vera del arroyo
un fajo de siemprevivas;
formando un bello manojo
las até con una cinta
de seda y aquí en mi pecho
las llevo todas prendidas.
Mas ¡ay Señora!, bien sabes
que tras ellas escondida
tengo otra flor, que hace tiempo
también por tu amor suspira;
es mi corazón, hermosa azucena
que tú misma plantaste
en mi con tus manos
de jardinera divina.
Ya que están todas tan juntas,
¡tenlas todas, reina mía!
Desconozco su autor