Solo Dios sabe porque las vidas se cruzan. Ya sea de la forma mas insospechada, o, con el comienzo mas disparatado que imagines te has topado con alguien que de un mazazo a derribado la puerta y sin pedir ni siquiera permiso ha entrado y para cuando te das cuenta de ese hecho, ahí la tienes, sentada en el salón de tu casa haciendote gestos, dando golpecitos en el sillón insinuandote que te sientes junto a ella. No comprendes nada, pero, con tan solo una mirada de pasada a sus ojos, entiendes o al menos intuyes que no ha venido solo a saludar. Ve y cierra la puerta, al menos con los pedazos que quedan de esta, ve junto a ella, pon el brasero y sirve cena para dos, la noche es larga.