17 medidas anti-crisis
A toda costa, rechazar como alternativa a la situación, la irreversible decisión del divorcio, pues no soluciona ninguna crisis, aunque sea lo que apetezca y lo que recomiendan muchos, de los ya divorciados. Lo importante es que los matrimonios, pongan todas las energías posibles, en crear un proyecto de unidad, religiosa, familiar y social, sobre todo, sabiendo que en ese momento de la vida, es una de las situaciones mas difícil de solucionar.
Administrar bien las actividades, para poderse dar cuenta, que ahora tienen más tiempo para pensar y hacer, todas las cosas que quisieron realizar en otras épocas, pero que la tarea diaria se lo impedía. Tomar esta etapa, como una oportunidad, para replantear su relación de pareja y con toda su familia en general. Pensar que este tiempo, es el ideal paraampliar los conocimientos en el área interesada o de retomar algún curso académico o profesional.
Alimentarse sanamente y mantener su peso ideal, eso alejará el fantasma de la obesidad, la hipertensión arterial, los altos índices de colesterol en sangre y la diabetes. Vigilar la salud de los huesos, para prevenir la aparición de osteoporosis. Visitar al médico al menos una vez al año o cada seis meses, si ha tenido con anterioridad problemas de salud. Si atraviesan por unperiodo depresivo, deben consultarlo con un sacerdote, pastor, psicólogo, psiquiatra o persona con grandes conocimientos humanos, experiencia en temas matrimoniales y dotes pedagógicos para explicarlos. Nunca consuma fármacos, sin la receta de un profesional.
Analizar en profundidad, serenidad, inteligencia y objetividad las cosas que por diversos motivos, ya no podrán hacer, como pareja o individualmente, sin quererlas hacer a toda costa, incluso a costa del matrimonio. Poner mucho énfasis, en programar las cosas que querían hacer y que por divisas razones, no las han hecho, pero que todavía las pueden hacer.
Aplicar el sentido común, ya que la crisis de madurez en la pareja, puede superarse, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es la total fidelidad, al otro cónyuge y a los hijos. Tratar de erradicar el egoísmo, para conseguir los máximos niveles de humildad, que les permitan perdonar los errores cometidos, si es el caso, y resolver las diferencias que existan, aceptando las propias limitaciones de la edad y de las circunstancias, así como el papel concreto, que cada uno tiene en la familia y en la sociedad.
Comprobar que tanto, para el marido como para la mujer, como para ambos como matrimonio, existen en cada comunidad, muchas alternativas en el campo médico, dietético y estético, con posibilidades que ofrecen fórmulas paraconservar ágil, no solo el cuerpo, sino también la mente y el espíritu. Desde los deportes específicos, las dietas sanas y cientos de cursos y libros, que tratan sobre la armonía y el desarrollo, de las potencialidades espirituales, para intentar dominar las inquietudes de la mente, de la mejor manera posible y olvidar, que el paso de los años, ha de significar angustia y temor.
Dialogar muy frecuentemente y con plena sinceridad, para llegar a acuerdos que les permitan conseguir disfrutar más de la vida, saliendo más a menudo, invirtiendo el tiempo libre en actividades enriquecedoras y cultivando nuevas amistades. Cambiando de estilo de vida, sin hacerse daño el uno al otro. Es posible realizar cambios, pero sin perder nada de lo que tanto les hacostado conseguir, hasta ahora.
Diseñar un programa de convivencia, para cuando la crisis sea motivada, por lo que llaman el síndrome del nido vacío. El “volver a estar solos“, como lo estuvieron cuando empezaron su vida matrimonial.
Entender que las cosas grandes se consiguen teniendo mucho carácter y atendiendo bien lo ordinario, lo cotidiano, asumiendo las obligaciones propias de la familia que han formado, el amor que la une, la profesión elegida y las circunstancias externas, incluso las que no pueden controlar. Poniendo un gran énfasis en la seriedad de la fidelidad familiar.
Evitar la realización de errores irreversibles, como el abandono del hogar, salidas con personas más jóvenes, con las que normalmente no tienen cosas en común, fomentar las infidelidades con compañeros de trabajo, abandonarse en el alcohol, las drogas, los juegos de azar, en los amigos que lleven una vida disoluta o que, por su situación de divorcio, tratan de buscarconvencer a los demás, de que hagan lo mismo. Huya de las grandes inversiones en coches de lujo, para aparentar y llamar la atención, llevar ropas estrafalarias, etc. Las parejas con personalidades inseguras, son las que más realizan esos errores. El riesgo está en perder lo que tienen ahora, para poder conseguir un estímulo que será pasajero, igual que la famosa crisis.
Evitar superar la crisis, buscando salidas escapistas al probar nuevos enfoques profesionales, para conseguir el éxito que no han obtenido anteriormente. Se hacen intentos, tomando excesivos riesgos, para ganar mucho dinero y así conseguir una situación de hegemonía, elevado prestigio y su reconocimiento público. En algunos casos se vuelcan en la política o secomplican la vida con otra persona, distinta de su pareja, para halagar su propia vanidad. Y en sus relaciones sociales, se dejan arrastrar por lo novedoso, dejándose absorber por el gimnasio, por el golf o por otros deportes, que le saquen de sus obligaciones familiares. Se auto engañan y eso les lleva a decidirse, por un camino claramente equivocado.
Explicar a los hijos, a cada uno en los términos correspondientes a su edad y situación, los síntomas, las consecuencias y las soluciones relacionadas con este tipo de crisis matrimonial, pues los hijos cuando van llegando a su madurez, se preguntan en esas situaciones por lo que ven o sienten, de lo que les esta pasando a sus padres. No entienden muy bien lo que pasa, pero notan que algo no funciona como antes.
Huir de la inercia de mirar para atrás, pensando si han perdido el tiempo, a causa de las tareas domésticas y de otras obligaciones, dejando de vivirimaginativas experiencias. No obsesionarse en analizar, lo que no se tiene y echarlo de menos, continuamente. Una rutina excesiva, que carezca de estímulos gratificantes de ocio y tiempo libre, junto a excesivas responsabilidades, atraen situaciones muy difíciles, pero no imposibles de solucionar. Es fácil pasar por momentos de depresión y de ansiedad, puesto que la lucha, entre lo que apetece hacer, y lo que se debe hacer, es muy dura. Aunque en muchas ocasiones, ambas cosas son compatibles, aun teniendo en cuenta, las obligaciones impuestas o voluntarias.
Plantear la conquista del cuerpo y del espíritu, pues si no se ha hecho antes, ese es el momento de hacerlo, ante la necesidad de sentirse como cuando eran jóvenes. Pero sin practicar excesivos ejercicios, de modificación de la figura corporal, o se someterse a cirugías o tratamientos innecesarios, que suelen ser por pura vanidad. Es suficiente realizar ejercicios sencillos, para que los músculos y la mente, se mantengan en buen estado, que la circulación sanguínea se optimice y que el corazón no sufra sobresaltos.
Practicar como pareja el voluntariado, en organizaciones religiosas, sociales o políticas. Hay mucho que hacer y cada vez, es más necesaria la incorporación de parejas en estas actividades, para que aporten el equilibrio de opinión, madurez y experiencia, que todos los matrimonios debieran tener. Este trabajo en equipo, hará que al tener cosas importantes en común, no llegue el enfriamiento, ni el distanciamiento en las actividades cotidianas. Es una gran posibilidad de unificación de ideas, objetivos y sentimientos.
Reconocer que para solucionar definitivamente, la crisis matrimonial de los cuarenta, hace falta mucho valor, conocimientos, humildad y amor por la familia, para tomar las decisiones adecuadas. No basta con engañarse, poniendo pequeños remedios inconsistentes y después, hacerse creer uno mismo, que ya parece que se ve una luz al final del túnel. Desgraciadamente esa luz al final del túnel, puede ser la de un tren, llamado divorcio, que viaja contra nuestra dirección.
Tratar de esclarecer los conflictos pequeños, que muchas veces por su frecuencia, son la causa del enfriamiento del amor matrimonial, incluyendo los conflictos grandes, que están abocados, antes o después, a terminar en ruptura.
A toda costa, rechazar como alternativa a la situación, la irreversible decisión del divorcio, pues no soluciona ninguna crisis, aunque sea lo que apetezca y lo que recomiendan muchos, de los ya divorciados. Lo importante es que los matrimonios, pongan todas las energías posibles, en crear un proyecto de unidad, religiosa, familiar y social, sobre todo, sabiendo que en ese momento de la vida, es una de las situaciones mas difícil de solucionar.
Administrar bien las actividades, para poderse dar cuenta, que ahora tienen más tiempo para pensar y hacer, todas las cosas que quisieron realizar en otras épocas, pero que la tarea diaria se lo impedía. Tomar esta etapa, como una oportunidad, para replantear su relación de pareja y con toda su familia en general. Pensar que este tiempo, es el ideal paraampliar los conocimientos en el área interesada o de retomar algún curso académico o profesional.
Alimentarse sanamente y mantener su peso ideal, eso alejará el fantasma de la obesidad, la hipertensión arterial, los altos índices de colesterol en sangre y la diabetes. Vigilar la salud de los huesos, para prevenir la aparición de osteoporosis. Visitar al médico al menos una vez al año o cada seis meses, si ha tenido con anterioridad problemas de salud. Si atraviesan por unperiodo depresivo, deben consultarlo con un sacerdote, pastor, psicólogo, psiquiatra o persona con grandes conocimientos humanos, experiencia en temas matrimoniales y dotes pedagógicos para explicarlos. Nunca consuma fármacos, sin la receta de un profesional.
Analizar en profundidad, serenidad, inteligencia y objetividad las cosas que por diversos motivos, ya no podrán hacer, como pareja o individualmente, sin quererlas hacer a toda costa, incluso a costa del matrimonio. Poner mucho énfasis, en programar las cosas que querían hacer y que por divisas razones, no las han hecho, pero que todavía las pueden hacer.
Aplicar el sentido común, ya que la crisis de madurez en la pareja, puede superarse, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es la total fidelidad, al otro cónyuge y a los hijos. Tratar de erradicar el egoísmo, para conseguir los máximos niveles de humildad, que les permitan perdonar los errores cometidos, si es el caso, y resolver las diferencias que existan, aceptando las propias limitaciones de la edad y de las circunstancias, así como el papel concreto, que cada uno tiene en la familia y en la sociedad.
Comprobar que tanto, para el marido como para la mujer, como para ambos como matrimonio, existen en cada comunidad, muchas alternativas en el campo médico, dietético y estético, con posibilidades que ofrecen fórmulas paraconservar ágil, no solo el cuerpo, sino también la mente y el espíritu. Desde los deportes específicos, las dietas sanas y cientos de cursos y libros, que tratan sobre la armonía y el desarrollo, de las potencialidades espirituales, para intentar dominar las inquietudes de la mente, de la mejor manera posible y olvidar, que el paso de los años, ha de significar angustia y temor.
Dialogar muy frecuentemente y con plena sinceridad, para llegar a acuerdos que les permitan conseguir disfrutar más de la vida, saliendo más a menudo, invirtiendo el tiempo libre en actividades enriquecedoras y cultivando nuevas amistades. Cambiando de estilo de vida, sin hacerse daño el uno al otro. Es posible realizar cambios, pero sin perder nada de lo que tanto les hacostado conseguir, hasta ahora.
Diseñar un programa de convivencia, para cuando la crisis sea motivada, por lo que llaman el síndrome del nido vacío. El “volver a estar solos“, como lo estuvieron cuando empezaron su vida matrimonial.
Entender que las cosas grandes se consiguen teniendo mucho carácter y atendiendo bien lo ordinario, lo cotidiano, asumiendo las obligaciones propias de la familia que han formado, el amor que la une, la profesión elegida y las circunstancias externas, incluso las que no pueden controlar. Poniendo un gran énfasis en la seriedad de la fidelidad familiar.
Evitar la realización de errores irreversibles, como el abandono del hogar, salidas con personas más jóvenes, con las que normalmente no tienen cosas en común, fomentar las infidelidades con compañeros de trabajo, abandonarse en el alcohol, las drogas, los juegos de azar, en los amigos que lleven una vida disoluta o que, por su situación de divorcio, tratan de buscarconvencer a los demás, de que hagan lo mismo. Huya de las grandes inversiones en coches de lujo, para aparentar y llamar la atención, llevar ropas estrafalarias, etc. Las parejas con personalidades inseguras, son las que más realizan esos errores. El riesgo está en perder lo que tienen ahora, para poder conseguir un estímulo que será pasajero, igual que la famosa crisis.
Evitar superar la crisis, buscando salidas escapistas al probar nuevos enfoques profesionales, para conseguir el éxito que no han obtenido anteriormente. Se hacen intentos, tomando excesivos riesgos, para ganar mucho dinero y así conseguir una situación de hegemonía, elevado prestigio y su reconocimiento público. En algunos casos se vuelcan en la política o secomplican la vida con otra persona, distinta de su pareja, para halagar su propia vanidad. Y en sus relaciones sociales, se dejan arrastrar por lo novedoso, dejándose absorber por el gimnasio, por el golf o por otros deportes, que le saquen de sus obligaciones familiares. Se auto engañan y eso les lleva a decidirse, por un camino claramente equivocado.
Explicar a los hijos, a cada uno en los términos correspondientes a su edad y situación, los síntomas, las consecuencias y las soluciones relacionadas con este tipo de crisis matrimonial, pues los hijos cuando van llegando a su madurez, se preguntan en esas situaciones por lo que ven o sienten, de lo que les esta pasando a sus padres. No entienden muy bien lo que pasa, pero notan que algo no funciona como antes.
Huir de la inercia de mirar para atrás, pensando si han perdido el tiempo, a causa de las tareas domésticas y de otras obligaciones, dejando de vivirimaginativas experiencias. No obsesionarse en analizar, lo que no se tiene y echarlo de menos, continuamente. Una rutina excesiva, que carezca de estímulos gratificantes de ocio y tiempo libre, junto a excesivas responsabilidades, atraen situaciones muy difíciles, pero no imposibles de solucionar. Es fácil pasar por momentos de depresión y de ansiedad, puesto que la lucha, entre lo que apetece hacer, y lo que se debe hacer, es muy dura. Aunque en muchas ocasiones, ambas cosas son compatibles, aun teniendo en cuenta, las obligaciones impuestas o voluntarias.
Plantear la conquista del cuerpo y del espíritu, pues si no se ha hecho antes, ese es el momento de hacerlo, ante la necesidad de sentirse como cuando eran jóvenes. Pero sin practicar excesivos ejercicios, de modificación de la figura corporal, o se someterse a cirugías o tratamientos innecesarios, que suelen ser por pura vanidad. Es suficiente realizar ejercicios sencillos, para que los músculos y la mente, se mantengan en buen estado, que la circulación sanguínea se optimice y que el corazón no sufra sobresaltos.
Practicar como pareja el voluntariado, en organizaciones religiosas, sociales o políticas. Hay mucho que hacer y cada vez, es más necesaria la incorporación de parejas en estas actividades, para que aporten el equilibrio de opinión, madurez y experiencia, que todos los matrimonios debieran tener. Este trabajo en equipo, hará que al tener cosas importantes en común, no llegue el enfriamiento, ni el distanciamiento en las actividades cotidianas. Es una gran posibilidad de unificación de ideas, objetivos y sentimientos.
Reconocer que para solucionar definitivamente, la crisis matrimonial de los cuarenta, hace falta mucho valor, conocimientos, humildad y amor por la familia, para tomar las decisiones adecuadas. No basta con engañarse, poniendo pequeños remedios inconsistentes y después, hacerse creer uno mismo, que ya parece que se ve una luz al final del túnel. Desgraciadamente esa luz al final del túnel, puede ser la de un tren, llamado divorcio, que viaja contra nuestra dirección.
Tratar de esclarecer los conflictos pequeños, que muchas veces por su frecuencia, son la causa del enfriamiento del amor matrimonial, incluyendo los conflictos grandes, que están abocados, antes o después, a terminar en ruptura.