Me duele, Cristo tu dolor
corriendo por tu cuerpo y por tu cara.
Me duele ver tu sangre; y más me duele
sabiendo que es el hombre quien te clava.
Me duele, Cristo, ver tus ojos que se cierran
con la muerte apoyada en tu mirada.
Me duele ver tus manos y tus pies,
refugio de caminos y esperanzas,
cosidos a un madero que no sabe
de odio, ni de amor, ni de venganzas.
Más me duele, sabiendo que es el hombre
por quien mueres, quien te clava.
Que nos duela, Cristo, tu dolor
hasta aprender a desclavarte con el alma
de dos manos que se juntan
para hacer del amor una plegaria.
(José Martínez. Capuchino)
corriendo por tu cuerpo y por tu cara.
Me duele ver tu sangre; y más me duele
sabiendo que es el hombre quien te clava.
Me duele, Cristo, ver tus ojos que se cierran
con la muerte apoyada en tu mirada.
Me duele ver tus manos y tus pies,
refugio de caminos y esperanzas,
cosidos a un madero que no sabe
de odio, ni de amor, ni de venganzas.
Más me duele, sabiendo que es el hombre
por quien mueres, quien te clava.
Que nos duela, Cristo, tu dolor
hasta aprender a desclavarte con el alma
de dos manos que se juntan
para hacer del amor una plegaria.
(José Martínez. Capuchino)