Gloriosísima Santa Agueda de las santas sin rival, que le cuertaron los pechos igual que se cuerta un pan".
El romance religioso que incluimos a renglón seguido, en versión de José Camón Aznar, conserva las crueles expresiones de los dos últimos versos:
"Agueda que no quisiste
a los dioses adorar;
en prueba de tu constancia
las tetas te han de cortar;
y le respondió la santa
con afecto singular;
-que cuerten por donde quieran,
que cuerten si han de cuertar-.
Y le cuertaron las tetas
como aquel que cuerta pan".
El romance religioso que incluimos a renglón seguido, en versión de José Camón Aznar, conserva las crueles expresiones de los dos últimos versos:
"Agueda que no quisiste
a los dioses adorar;
en prueba de tu constancia
las tetas te han de cortar;
y le respondió la santa
con afecto singular;
-que cuerten por donde quieran,
que cuerten si han de cuertar-.
Y le cuertaron las tetas
como aquel que cuerta pan".