NARROS DEL PUERTO tiene una
iglesia románica edificada sobre un otero, como presidiendo el
pueblo. Sólo los separa el
río Ulaque, un afluente del Adaja. (Quien escribe estas líneas le ha dedicado muchos versos, aún sin publicar. Y, como desde niño, comprendí lo importante que es Ulaque para Narros, en mis poemas junto pueblo y río en el nombre de Belmonte de Ulaque.) De nuevo en la iglesia, merecen visitarse los tres enormes
arcos de granito labrados que separan las tres naves y sirven de sostén del artesonado que soporta el techo. Una
espadaña de
piedra sostiene dos
campanas, la "grande" y la "chica". Todavía se repican de forma manual. Impresiona su toque al unísono, a clamores, que espaciadamente va rompiendo el monótono y triste "din, dan", en el entierro de los lugareños.
En la parte montañosa del pueblo, la que los lugareños llaman LOS CERROS, la
naturaleza también ha dejado su
arte, y los turistas pueden fotografiar o filmar al "Canto del Águila" (Una enorme
roca con forma de águila
posada), "Canto Marrano" (0tra mole de granito con forma de
cerdo) o "Canto Guapo" (Una roca
gigante con su cara norte cortada en vertical, como una loncha de queso, y muy verde, principalmente en
invierno, por el mantel de musgo que la cubre; de dicho verdor debe de venirle el nombre). Desconocemos desde cuándo y a quién se deben tales nombres. Los narroporteños los aprendemos de nuestros padres y abuelos y así se los vamos transmitiendo, por
tradición, a nuestros hijos.