Cuando llegó al lugar de destino, agotado, con hambre y sed inconmensurables, dolorido, pero impaciente, localizó la
casa de su virtual enemigo, y sin llamar a la
puerta la franqueó, y con gesto agresivo y tono enérgico le señaló con el índice y le dijo:
- Tu casa, tus tierras , tus bienes, tu mujer , tus hijos, y todo lo que posees , son de mi propiedad.
El otro
abogado, sin apenas soliviantarse, miró a su oponente y, con mesura y buen tono así le respondió:
- Hombre de bien; come y bebe
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