Hola Paisana.
En invierno no voy mucho por Rasueros, pero supongo que alguna gente sí sigue haciendo su manatanza, de hecho, en los bares se ponen los días que se autoriza a matar a los cerdos, por aquello que el veterinario está disponible. La verdad es que recuerdo las matanazas, como dices bien, como una fiesta. Le llamaba a la familia, amigos o vecinos, primero para matar al guarro (tarea de hombres) y luego para estazarlo (que debe ser alguen ducho y que sepa) y luego las mujeres para "atar" las longanizas o los farinatos. Pero todo el proceso era como una fiesta en casa, con gente que entraba y salía, o simplememte se acercaban a ver si hacía falta una mano. Y se hablaba, se hablaba mucho; de lo bueno y de lo malo, de lo divino y de lo humano, también se trabajaba, especialmente las mujeres; nos hacía relacionarnos unos con otros. Tu ayudabas y luego te ayudaban, y sin esperar nada a cambio (bueno, normalmente te llevabas algo como un poco de picadillo del chorizo o un poco de tocino, pero luego en tu casa lo hacías con la gente que ayudaba). Recuerdo también la bandeja de pastas y los vasos de aguardiente para los que ayudaban a primera hora a matar al marrano. Todo ha cambiado. Antes cada uno se criaba sus propios cerdos y ahora se compran. Al final terminaremos pensando como aquel niño de ciudad que pensaba que los pollos nacían en la carnicería (y es muy importante saber de dónde viene uno aunque sea de una pocilga ¿o no?).
Salud
En invierno no voy mucho por Rasueros, pero supongo que alguna gente sí sigue haciendo su manatanza, de hecho, en los bares se ponen los días que se autoriza a matar a los cerdos, por aquello que el veterinario está disponible. La verdad es que recuerdo las matanazas, como dices bien, como una fiesta. Le llamaba a la familia, amigos o vecinos, primero para matar al guarro (tarea de hombres) y luego para estazarlo (que debe ser alguen ducho y que sepa) y luego las mujeres para "atar" las longanizas o los farinatos. Pero todo el proceso era como una fiesta en casa, con gente que entraba y salía, o simplememte se acercaban a ver si hacía falta una mano. Y se hablaba, se hablaba mucho; de lo bueno y de lo malo, de lo divino y de lo humano, también se trabajaba, especialmente las mujeres; nos hacía relacionarnos unos con otros. Tu ayudabas y luego te ayudaban, y sin esperar nada a cambio (bueno, normalmente te llevabas algo como un poco de picadillo del chorizo o un poco de tocino, pero luego en tu casa lo hacías con la gente que ayudaba). Recuerdo también la bandeja de pastas y los vasos de aguardiente para los que ayudaban a primera hora a matar al marrano. Todo ha cambiado. Antes cada uno se criaba sus propios cerdos y ahora se compran. Al final terminaremos pensando como aquel niño de ciudad que pensaba que los pollos nacían en la carnicería (y es muy importante saber de dónde viene uno aunque sea de una pocilga ¿o no?).
Salud