Narciso bello, que en papel bruñido, o en lienzo transparente, de cristal detenido de una fuente copias tu original, que te enamora, sordo al peñasco, que con voz te llora, y ai monte, monte, que con ecos te suspira. Si el que no te merece te retira (Pues ninguna nació para igualarte, y nadie espera tan hermosa suerte) no lleguen por tu mérito a alcanzarte, lleguen por tu piedad a merecerte.