Hola a todos. Hola Ignacio, has oido el dicho: “ Yo soy Duero, que todas las aguas bebo, menos del Adaja, que me ataja”. Pues, casualmente yo vivo entre esos dos ríos, en un auténtico parque natural, protegido por la Junta, a unos pocos Km de la desembocadura del Adaja en el Duero.
De hecho para llegar a mi casa cruzo el río Duero y desde la ventana de mi habitación puedo ver las dos orillas del Adaja, cuyo caudal discurre unos metros más abajo. Recuerdo un año que llovió mucho lo que hizo aumentar el caudal del río hasta el punto de que le teníamos a sólo unos metros. Como ves, vivo en plena naturaleza, junto a estos dos maravillosos ríos, rodeada de frondosos pinares y extensos campos de cultivo y salteados de viejas encinas, en el paraje conocido como “ Monte Blanco” un enclave pintoresco de entrañable belleza y en este maravilloso lugar contemplo junto a mi marido en las tardes de verano, las más increíbles puestas de sol que jamás haya visto…, bueno, no es del todo cierto, sólo comparables con las de Rasueros.
Ahora en primavera todo el campo es un bello manto de intensos colores, bordado de flores. Imaginad cuando vamos a los campos de manzanilla ¡nuestra finca! Blanco salpicado del rojo amapola y pizquitas de azul de las campanillas, bajo el cielo rosa y luminoso. A ti te encantaría ver este paisaje, Iganacio. Y Fraililla, no pienses que este encantador panorama tan castellano, hace desmerecer la tranquila belleza del mar. Pues si aquí tenemos ocres en otoño y vivos colores en primavera, junto al mar puedes disfrutar de toda la gama de azules. También tengo la suerte de tener un vivienda frente al mar, azul grisáceo brillando en platas, cierro los ojos mientras la brisa acaricia mi cara, oigo el suave rumor de las olas, como si intentaran decirme algo en susurros, respiro profundamente. Me siento en paz.
Como veis disfruto mucho contemplando la naturaleza y hace que se asome mi “yo” más poético y soñador.
Saludos a todos y felicidades a todas las madres.
De hecho para llegar a mi casa cruzo el río Duero y desde la ventana de mi habitación puedo ver las dos orillas del Adaja, cuyo caudal discurre unos metros más abajo. Recuerdo un año que llovió mucho lo que hizo aumentar el caudal del río hasta el punto de que le teníamos a sólo unos metros. Como ves, vivo en plena naturaleza, junto a estos dos maravillosos ríos, rodeada de frondosos pinares y extensos campos de cultivo y salteados de viejas encinas, en el paraje conocido como “ Monte Blanco” un enclave pintoresco de entrañable belleza y en este maravilloso lugar contemplo junto a mi marido en las tardes de verano, las más increíbles puestas de sol que jamás haya visto…, bueno, no es del todo cierto, sólo comparables con las de Rasueros.
Ahora en primavera todo el campo es un bello manto de intensos colores, bordado de flores. Imaginad cuando vamos a los campos de manzanilla ¡nuestra finca! Blanco salpicado del rojo amapola y pizquitas de azul de las campanillas, bajo el cielo rosa y luminoso. A ti te encantaría ver este paisaje, Iganacio. Y Fraililla, no pienses que este encantador panorama tan castellano, hace desmerecer la tranquila belleza del mar. Pues si aquí tenemos ocres en otoño y vivos colores en primavera, junto al mar puedes disfrutar de toda la gama de azules. También tengo la suerte de tener un vivienda frente al mar, azul grisáceo brillando en platas, cierro los ojos mientras la brisa acaricia mi cara, oigo el suave rumor de las olas, como si intentaran decirme algo en susurros, respiro profundamente. Me siento en paz.
Como veis disfruto mucho contemplando la naturaleza y hace que se asome mi “yo” más poético y soñador.
Saludos a todos y felicidades a todas las madres.