Hola a todos,
Ignacio, Fraililla: creo que es muy comprensible que yo me sume a ese recuerdo, concretamente al ‘’haz de luz’’ que entraba en nuestra iglesia. Yo recuerdo como lo miraba, viéndole moverse, como si tuviera vida, como tú dices Fraililla. A mi también se me iban los pensamientos, y mi imaginación volaba, soñando despierta y hablando para mi. Me quedaba ensimismada entrando en mi universo de niña soñadora, que en grado ‘’no sé cuánto poseo’’ en este momento. En esta actitud, lógicamente no me enteraba de la liturgia, pero eso sí, en una postura casi estática como tenía que ser, no se nos permitía portarnos mal en la iglesia. Yo a mi abuelo no he llegado a escucharle tocar el órgano, en cambio a mis tíos sí. Ya hace mucho tiempo de esto que os cuento ahora y aún lo recuerdo perfectamente. Uno de mis tíos, el que estudio, tocó el órgano que tengo en mi casa, con dominio y perfección, en una de sus visitas que de vez en cuando nos hacía a la ciudad ¡qué bonito sonaba! ¡Qué maestría! Mi otro tío también me ha visitado, y también lo tocaba. Seguramente de lo que su padre y su hermano le enseñaron. También quedaba embelesada escuchándole, diciéndole: tócalo otra vez Tío.
¡Del árbol salen sus ramas!, Qué gran calidad humana tenían estas personas de las que os estoy hablando!
En nuestra ermita también tenemos una pequeña vidriera. Vidrieras he visto unas cuántas, bueno mejor dicho bastantes, porque a mi marido, siempre que salimos, le gusta visitar arquitecturas antiguas. Recuerdo mi visita a Praga, hermosa ciudad. Todas las iglesias eran sorprendentes. Especialmente una captó mi atención por sus bonitas vidrieras multicolor. Estas cambiaban de color y apariencia con el movimiento. Así según desde donde observases sus hermosos motivos de imágenes, éstos cambiaban de forma mostrando bellos colores y motivos diferentes. Qué bonita es Praga!. Tengo una anécdota de Milán: cuando fuimos a entrar mi marido y mi hija a la catedral, a nosotras no nos dejaron entrar, curiosamente porque llevaba un vestido e iba descubierta sin mangas. Obviamente, entró mi marido solito y me dijo que bien hubiera merecido la pena que lo hubiera visto.
También he visto fascinada la catedral de León, las vidrieras y su arquitectura interior. Cuando nos disponíamos a salir de la catedral nos sorprendimos cuando veíamos que cerraban las puertas quedándonos en su interior con más de un centenar de personas. Y es que esa misma tarde noche, con cita programada, tenían un concierto de órgano. El organista venía de Bilbao. Tuvimos el privilegio de escucharlo con emoción y admiración, un maravilloso regalo que no buscamos. Dentro de las construcciones que mi marido suele hacer, y para no extenderme más, también tiene bonitas vidrieras engarzadas en plomo y hormigón, en especial la realizada en el interior del patio de luces de mi Hotel y vista desde el comedor. Construida en cristal multicolor de 2,5 cm de espesor y realizada por la que fue directora de bellas artes de Valladolid, nacida en León, su familia se dedica a esto.
En la actualidad existe una técnica a base de resinas, que son materiales muy nobles y más económicos y el objetivo final es prácticamente el mismo, embellecer, decorar y dejar pasar la luz con bastante más perfección en los acabados. Mi marido también la utiliza, de hecho, en el Palacete que está construyendo, lo está utilizando y le está quedando precioso. Bueno el experto de esto es mi marido, yo me limito a contar lo que veo. Que hoy he personalizado mucho y a lo mejor os he aburrido.
Mi hija la pintora, es una amante del arte, me hubiera gustado que me hubiera contado algo, pero hoy no ha podido venir porque está muy ocupada. Con cariño, os deseo que tengáis buen día.
Ignacio, Fraililla: creo que es muy comprensible que yo me sume a ese recuerdo, concretamente al ‘’haz de luz’’ que entraba en nuestra iglesia. Yo recuerdo como lo miraba, viéndole moverse, como si tuviera vida, como tú dices Fraililla. A mi también se me iban los pensamientos, y mi imaginación volaba, soñando despierta y hablando para mi. Me quedaba ensimismada entrando en mi universo de niña soñadora, que en grado ‘’no sé cuánto poseo’’ en este momento. En esta actitud, lógicamente no me enteraba de la liturgia, pero eso sí, en una postura casi estática como tenía que ser, no se nos permitía portarnos mal en la iglesia. Yo a mi abuelo no he llegado a escucharle tocar el órgano, en cambio a mis tíos sí. Ya hace mucho tiempo de esto que os cuento ahora y aún lo recuerdo perfectamente. Uno de mis tíos, el que estudio, tocó el órgano que tengo en mi casa, con dominio y perfección, en una de sus visitas que de vez en cuando nos hacía a la ciudad ¡qué bonito sonaba! ¡Qué maestría! Mi otro tío también me ha visitado, y también lo tocaba. Seguramente de lo que su padre y su hermano le enseñaron. También quedaba embelesada escuchándole, diciéndole: tócalo otra vez Tío.
¡Del árbol salen sus ramas!, Qué gran calidad humana tenían estas personas de las que os estoy hablando!
En nuestra ermita también tenemos una pequeña vidriera. Vidrieras he visto unas cuántas, bueno mejor dicho bastantes, porque a mi marido, siempre que salimos, le gusta visitar arquitecturas antiguas. Recuerdo mi visita a Praga, hermosa ciudad. Todas las iglesias eran sorprendentes. Especialmente una captó mi atención por sus bonitas vidrieras multicolor. Estas cambiaban de color y apariencia con el movimiento. Así según desde donde observases sus hermosos motivos de imágenes, éstos cambiaban de forma mostrando bellos colores y motivos diferentes. Qué bonita es Praga!. Tengo una anécdota de Milán: cuando fuimos a entrar mi marido y mi hija a la catedral, a nosotras no nos dejaron entrar, curiosamente porque llevaba un vestido e iba descubierta sin mangas. Obviamente, entró mi marido solito y me dijo que bien hubiera merecido la pena que lo hubiera visto.
También he visto fascinada la catedral de León, las vidrieras y su arquitectura interior. Cuando nos disponíamos a salir de la catedral nos sorprendimos cuando veíamos que cerraban las puertas quedándonos en su interior con más de un centenar de personas. Y es que esa misma tarde noche, con cita programada, tenían un concierto de órgano. El organista venía de Bilbao. Tuvimos el privilegio de escucharlo con emoción y admiración, un maravilloso regalo que no buscamos. Dentro de las construcciones que mi marido suele hacer, y para no extenderme más, también tiene bonitas vidrieras engarzadas en plomo y hormigón, en especial la realizada en el interior del patio de luces de mi Hotel y vista desde el comedor. Construida en cristal multicolor de 2,5 cm de espesor y realizada por la que fue directora de bellas artes de Valladolid, nacida en León, su familia se dedica a esto.
En la actualidad existe una técnica a base de resinas, que son materiales muy nobles y más económicos y el objetivo final es prácticamente el mismo, embellecer, decorar y dejar pasar la luz con bastante más perfección en los acabados. Mi marido también la utiliza, de hecho, en el Palacete que está construyendo, lo está utilizando y le está quedando precioso. Bueno el experto de esto es mi marido, yo me limito a contar lo que veo. Que hoy he personalizado mucho y a lo mejor os he aburrido.
Mi hija la pintora, es una amante del arte, me hubiera gustado que me hubiera contado algo, pero hoy no ha podido venir porque está muy ocupada. Con cariño, os deseo que tengáis buen día.