Hola amig@s del foro. Con el calor de las Navidades aún humeante y el regusto de las comidas y cenas familiares que hemos disfrutado, entramos de lleno en este año 2014. Ignacio nos ha pedido que contemos como han sido nuestras Navidades y la verdad es que este año he pasado unas fiestas de lo más tranquila, con mi marido, mis hijos, mis nietos, con s belén, s arbólito y sus regalos. Pero os voy a contar una anécdota que ocurrió hace unos 20 años, creo que bastante divertida.
Año 1994, 24 de diciembre, 11 de la noche, después de dar cuenta de una estupenda cena, mis hijos pequeños que por aquel entonces contaban con 8 y 7 años, esperaban ansiosos la llegada de Papá Noel Este año, debido al tamaño de los regalos optamos por dejarlos bajo el árbol del jardín, pues resultaría muy complicado meterlos en casa sin hacer ruido y sin que los niños se enteraran. Así que mi hija mayor salió sin ser vista y colocó uno a uno los paquetes junto al árbol y entró diciendo " ¡He oído un reno! ¡Creo que Papá Noel ha venido! Y mis niños salieron escopetados hacía el jardín. ¡Qué contentos estaban! ¡Qué caritas de ilusión! No sólo estaban los regalos de los niños, también estaban los regalos de los mayores. Cada uno buscó su regalo y lo abrió con alegría. Todos menos mi marido, que por más que buscaba no encontraba ningún paquete con su nombre. Pregunté a mi hija, que me confirmó que ese regalo había sido colocado junto a los otros. ¿Dónde estará? Un paquete tan grande. Yo había comprado una cazadora bien bonita y era un bulto considerable. Miramos, buscamos, por un lado por otro. Y nada. Entonces giré la cabeza y vi papel de regalo roto a unos cuantos metros. Me acerqué, temiendo lo peor, y unos metros más adelante vi otro trozo de papel y otro y otro. Seguí, cual Pulgarcito, el rastro de papel de regalo hasta que encontré al perro " probándose" la cazadora nueva de mi marido. Mira el perro qué listo! El también quería un regalo. Lo cierto es que no llego a romperla, pero la dejó llenita de babas perrunas. Desde entonces se dejan los regalos dentro, sea cual sea su tamaño, sea cual sea su número, aunque tenga campanillas o no quepa apenas por la puerta. Bueno amig@s del foro, os deseo un buen comienzo de semana. Un abrazo.
Año 1994, 24 de diciembre, 11 de la noche, después de dar cuenta de una estupenda cena, mis hijos pequeños que por aquel entonces contaban con 8 y 7 años, esperaban ansiosos la llegada de Papá Noel Este año, debido al tamaño de los regalos optamos por dejarlos bajo el árbol del jardín, pues resultaría muy complicado meterlos en casa sin hacer ruido y sin que los niños se enteraran. Así que mi hija mayor salió sin ser vista y colocó uno a uno los paquetes junto al árbol y entró diciendo " ¡He oído un reno! ¡Creo que Papá Noel ha venido! Y mis niños salieron escopetados hacía el jardín. ¡Qué contentos estaban! ¡Qué caritas de ilusión! No sólo estaban los regalos de los niños, también estaban los regalos de los mayores. Cada uno buscó su regalo y lo abrió con alegría. Todos menos mi marido, que por más que buscaba no encontraba ningún paquete con su nombre. Pregunté a mi hija, que me confirmó que ese regalo había sido colocado junto a los otros. ¿Dónde estará? Un paquete tan grande. Yo había comprado una cazadora bien bonita y era un bulto considerable. Miramos, buscamos, por un lado por otro. Y nada. Entonces giré la cabeza y vi papel de regalo roto a unos cuantos metros. Me acerqué, temiendo lo peor, y unos metros más adelante vi otro trozo de papel y otro y otro. Seguí, cual Pulgarcito, el rastro de papel de regalo hasta que encontré al perro " probándose" la cazadora nueva de mi marido. Mira el perro qué listo! El también quería un regalo. Lo cierto es que no llego a romperla, pero la dejó llenita de babas perrunas. Desde entonces se dejan los regalos dentro, sea cual sea su tamaño, sea cual sea su número, aunque tenga campanillas o no quepa apenas por la puerta. Bueno amig@s del foro, os deseo un buen comienzo de semana. Un abrazo.