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RASUEROS: Hola amig@s del foro. Qué acertadamente relata Fraililla,...

Hola amig@s del foro. Qué acertadamente relata Fraililla, al hablarnos de su salida de Rasueros, los cambios acontecidos estas últimas décadas. Realmente el pueblo ha cambiado, con sus casas nuevas, de igual manera nosotros hemos cambiado, hemos crecido, nos hemos hecho adultos, nuestra sociedad ha evolucionado, en algunas cosas para bien y en otras para mal. A veces el pasado se olvida, se desecha, cuando hay que tener siempre presente que nuestro camino se compone de lo ya andado, primero por nosotros, antes por nuestros padres, nuestros abuelos, ese camino que nos da identidad, nos enseña la mejor ruta, nos ayuda a vivir... De ahí la importancia que para mí tiene mi pueblo, el valor de mantener las raíces y las costumbres, recordar mi infancia en sus calle, en definitiva, no olvidar los pasos ya hechos.
Todo muta, el paso del tiempo hace que todo cambie, al igual que las estaciones del año. Y nosotros también cambiamos, mientras pasamos por esta vida compartiendo el espacio y el tiempo con el resto de seres que poblamos este mundo.
Las personas crecemos físicamente y también emocionalmente. Cuando yo era pequeña mi familia, mis amigos, el pueblo lo era todo, mi mundo que me resultaba inmenso, no necesitaba nada más. A medida que yo iba creciendo, llegando a la adolescencia, iban igualmente crecieron mis inquietudes, mi curiosidad comenzó a hacerse un sitio en mi mente y el pueblo empezó a resultar más pequeño. Más adelante comencé mi camino en la vida adulta lejos de Rasueros, en una ciudad que nada tenía que ver con el lugar donde me había criado. Yo he cambiado, por supuesto, he crecido como persona, he vivido experiencias buenas, no tan buenas, malas, he reído, he llorado y sé que aún me queda mucho camino por andar. A veces me pregunto el por qué de nuestra evolución, como pueden tornar las cosas a formas tan diferentes, qué ha ocurrido para que aquella niña de coletas, risueña y llena de sueños, se haya convertido en la mujer que soy hoy, madre, esposa y abuela, una mujer con la sabiduría de la vida y los pies en el suelo. Creo que en el fondo ese cambio no es tan drástico, no es tan contundente. Realmente sigo siendo esa niña inocente de las coletas, sólo que adaptada a los vaivenes de la vida. Lo que nos ocurre es que nos adaptamos al paso del tiempo, a los sucesivos cambios en nuestro cuerpo, a los avances tecnológicos, sociales y culturales, a las consecuencias fruto de nuestras decisiones y de las de los demás, a soportar el dolor, en definitiva cambiamos para sobrevivir. Igual que el pueblo, sigue teniendo el mismo alma, el mismo aire, aunque ahora hayan muchas casas de nueva construcción, la plaza sea diferente, hayan reconstruido la fuente, el pueblo es el mismo. De igual manera nos ocurren a las personas, cambiamos, nos adaptamos para sobrevivir, sin que varíe nuestro corazón. Así es el caso de una muy querida paisana, una mujer a la que conocí y traté siendo niña, por la que sentía un gran respeto y afecto, y a la que hoy, aún habiendo pasado tantos años, la sigo respetando, incluso más, me sigue sorprendiendo su fortaleza, me sigue admirando su serenidad, su saber estar, me da el mismo cariño que me transmitía cuando era pequeña, a su lado me siento protegida. Hemos cambiado, sí, nos hemos adaptado a esta existencia, pero seguimos, en esencia, siendo los mismos.
Y hablando de adaptaciones, empezad a coger el abrigo y los guantes, que el frío ha entrado de golpe y viene con fuerza.
Os deseo a tod@s un buen comienzo de semana. Un abrazo