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RASUEROS: Hola amig@s. Espero que os vaya todo bien, hace tiempo...

Hola amig@s. Espero que os vaya todo bien, hace tiempo que no entro debido a un problema informático. Me resulta muy interesante como recordais vuestras primeras veces en este foro. La verdad es que yo no recuerdo muy bien cómo, cuándo y por qué entré aquí, pues hace ya mucho tiempo de ello. Si es cierto que desde hace ya varios años afloraron en mi cabeza bellos recuerdos de mi infancia, la mejor época de mi vida, algo que inevitablemente me llevó a buscar información sobre mi pueblo. Hoy en día esto es relativamente fácil gracias a las nuevas tecnologías. Así encontré este foro, y lo más importante, a vosotr@s, mis amigos, Ignacio, Fraililla, P. Martín Loa, Jaymar, Maribel, Lilian, así como a otros que ya no nos acompañan y aquellos que vienen de incorporarse a este maravilloso barco. De dónde vengamos o el nombre de nuestra familia es lo de menos para mí, nuestro nexo de unión es el pueblo y realmente, sin llegar a decirlo expresamente, tod@s sabemos quién es cada un@. Y hablando de D. Angel, el médico, yo recuerdo cierta anécdota que me relató en numerosas ocasiones mi madre, y siento decir que es posible que no le deje en muy buen lugar. Debo matizar que yo no tuve conocimiento directo de esta historia, pues no era más que un bebé de pocos meses y no volví a coincidir con él más adelante pues no tuve la necesidad de ir a su consulta después de esta ocasión que ahora os voy a narrar. Resulta que a mi madre, por circunstancias que ahora no vienen al caso, estando yo recien nacida, y debido a un disgusto, se la retiró la leche. Yo, muy fina, no quería ni sopistas, ni papas, ni nada de nada, que no fuera leche, por lo que en pocos días estuve en situación de desnutrición y me puse malita. Mi madre acudió entonces al médico quien le dijo que yo estaba en las últimas y que no pasaría de aquella tarde por lo que mi padre no debía ir a trabajar. Mi madre, desolada por la noticia, regresó conmigo a casa y más tarde se encontró con una vecina, la señora Antoñita, que igualmente acababa de tener una niña, y la contó las tristes novedades. Entonces, y como último recurso, la buena señora le entregó a mi madre un bote de Pelargón, para que probara a darme un biberón, en aquella época era un lujo. Y gracias a Dios, y al hermoso gesto de mi vecina, acepté bien los biberones de leche del Pelargón y al poco tiempo estaba totalmente recuperada. La generosidad de la señora Antoñita dio resultado, y no se cumplió el mórbido diagnóstico del médico. Bueno, eran otros tiempos y yo nada puedo opinar de Don Ángel, como ya he dicho, era demasiado pequeña y no volví a consulta. Por lo tanto que nadie interprete una crítica hacía ese señor, sino una simple anécdota. Jaymar no olvides darnos noticias de tu salud e informanos de si ya te han operado. OS deseo a tod@s un buen fin de semana. Un abrazo.