Ya hace más de dos años que se cargaron la presa, con todas sus truchas dentro. En lugar de sacarlas y soltarlas doscientos metros más abajo, se las dejaron morir o mejor dicho, las mataron, dejándolas sin
agua en el
pantano.
Un acto de no se quién, pero que ha quedado impune. Así nos luce el pelo en esta región. Luego nos quejamos que es la más abandonada de
España. Si seguimos así, al final además de reírse de nosotros, no vamos a salir ni en el
mapa.
A quien corresponda que haga juicio de valor.