RIOFRIO UN PUEBLO NADA TRANQUILO
En este pueblo tan tranquilo
que de tranquilo no tiene nada,
un bullicio por sus calles
y por su pequeña plaza.
Cada día que amanece
un ruido nuevo me asalta,
un camión que pitando
vende sandias y sandalias,
un chatarrero pregona,
¡chatarra ¡, ¡chatarra ¡,
dos perros se contestan
con sus ladridos, no callan,
el camión de la carne
el pescado y la lombarda,
la coliflor, las judías,
las lentejas y las habas.
Aquí todo el mundo da voces,
el que vende, el que anda,
el que juega al tute,
a la brisca, a las cartas,
y los niños, ¡no te digo ¡,
esos gritan y no callan
y para colmo por la noche
por si algo hacia falta,
en el bar que tengo enfrente
la música a tope estalla,
son las doce son las tres,
y la música no calla,
aquí no hay Dios que descanse
mejor me vuelvo a mi casa,
allí si se duerme bien
ni vende ni cantan
ni niños, ni música, ni nada.
Me voy a la ciudad
que el pueblo, en vez de descansar, me cansa.
En este pueblo tan tranquilo
que de tranquilo no tiene nada,
un bullicio por sus calles
y por su pequeña plaza.
Cada día que amanece
un ruido nuevo me asalta,
un camión que pitando
vende sandias y sandalias,
un chatarrero pregona,
¡chatarra ¡, ¡chatarra ¡,
dos perros se contestan
con sus ladridos, no callan,
el camión de la carne
el pescado y la lombarda,
la coliflor, las judías,
las lentejas y las habas.
Aquí todo el mundo da voces,
el que vende, el que anda,
el que juega al tute,
a la brisca, a las cartas,
y los niños, ¡no te digo ¡,
esos gritan y no callan
y para colmo por la noche
por si algo hacia falta,
en el bar que tengo enfrente
la música a tope estalla,
son las doce son las tres,
y la música no calla,
aquí no hay Dios que descanse
mejor me vuelvo a mi casa,
allí si se duerme bien
ni vende ni cantan
ni niños, ni música, ni nada.
Me voy a la ciudad
que el pueblo, en vez de descansar, me cansa.