Yo no soy de
Robledillo pero estoy atrapada por su encanto: el olor a humo de sus
chimeneas en
invierno, el ladrido lejano de los perros, el sonido de las esquilas de las
vacas, el murmullo de sus
árboles, la sencillez de sus gentes...son cosas que no se deberían perder nunca. He disfrutado mucho viendo sus
fotos y sin querer me he visto cruzando la
carretera para ver cómo sigue la tía María.
Felicidades a todos los que habéis hecho posible este pequeño e inesperado viaje desde mi ordenador.