Este mirlo es un “cantaor” profesional y “okupa” nocturno, pero con premeditación, nocturnidad, alevosía y estilo. Menos mal que la justicia de sus cielos es benévola y justa con sus inigualables y bellos cantos, aunque dudo mucho de la humana apuntando hacia las plumas del músico con las zapatillas de andar por casa en las manos. Por otra parte, hay que comprender que durante el día tiene que buscarse la vida en el supermercado de la Vega y sus alrededores; atrapando gusanos, hormigas, orugas, caracoles,
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Jamás le pondría una mordaza a esa voz tan pura (¿quién encierra una sonrisa?, ¿quién amuralla un voz?), ni le amenazaría con publicidad subliminal de fiereza gatuna, ni colgaría pancartas de indignación en mi farolito, antes al contrario, le facilitaría a Jesús unos tapones para los oídos, y unos calcetines con antifaz para que no le moleste la luz en los pies…
Con respecto a lo de emular al mirlo, necesitaría un montón de clases de “bel” canto, acaso un montón de huevos para afinar la voz, muchas, muchas noches sosegadas, muchos, muchos días de aprendizaje, una buena dosis de musas que no estén de vacaciones, cinco trillones de centímetros cúbicos, en transfusiones de imaginación, y aún así estoy por decirte que me caería del nido a las primeras de cambio, que mi pluma no daría para más, ni para autógrafos siquiera.
¡No hay color…!
Saludos
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