LA SOLEDAD SONORA
Nadie sabe de donde viene, ni por qué de todos los lugares posibles del
pueblo, ha escogido para instalarse, el huertito abandonado de Tía Mercedes.
Durante el día está fugitivo, no se deja ver y apenas oímos sus soflamas, y es en la
noche, en la noche sosegada, cuando irrumpe con su voz y rasga el silencio, y según su inspiración y según sus ganas, nos regala un concierto que muchas veces se prolonga hasta altas horas de la madrugada.
Y nosotros nos quedamos suspendidos de
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