¿Qué inquietud no sentirá una espiga acercándose a un
molino?.
¿Qué soledad no tendrá una
montaña en la que ningún eco resuene?.
¿Quién no inventará alguna vez una plegaria, para recuperar una caricia, una voz, unas palabras?.
¿Quién no oraría por regresar a determinado momento, y retener la esperanza, la alegría, aquella
felicidad y convertirlas en perpetuas, eternas?.
¿Es el tiempo un molino, y a pasito más o menos lento o rápido, nos va convirtiendo en sordas
montañas?.
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