LA
IGLESIA SAN MARTIN OBISPO.
La luz estaba encendida, los bancos se hallaban desiertos, sobre una palmatoria he visto una vela encendida, un misal abierto y un medallón de la
Virgen de la Piedad. Un olor a perfume reinaba en el templo, el
altar está lleno de polvo y algunos bancos tienen las tablas carcomidas.
Me levanto del maltrecho banco y veo el gran portón que da a un antiguo
cementerio destruido por los años. Entonces subo por su estrecha y oscura
escalera, a su alta
torre, toco con fuerza
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