Este fin de semana hemos estado a moras, hemos pateado más que el año pasado para hacer acopio, y hemos perfeccionado la técnica para evitar salir en exceso crucificados, con todo, los zarzales siempre recuerdan un poco, que a menudo la recompensa requiere su sacrificio y esfuerzo, (mi tobillo izquierdo, mi mano derecha así lo constatan).
Daños colaterales y bla bla, bla, que se olvidan cuando en la boca estalla el sabor agridulce de este fruto bravío y salvaje.
Septiembre se nos va dulce, dorado,... Pues mira Santiago, en principio no tenía pensado en adentrarme en eso de coger moras, pero te vas animando, entusiasmando y dices, ¿pero como voy a dejar esta?, ¿y aquella...?, ¿cómo no la cojo.. y así poquito a poquito, sin machete, ni otros utensilios que mis manos, ni más coraza que mi cuerpo, pues eso..., que salí algo crucificada de entre los zarzales.
Lo que es a la próxima me pongo camisa de manga larga y pantalones largos ¡Madre mia! Pero a quién se le ocurre ir a buscar Zarzamora en pantalón corto eso es peor que si sales de casa lloviendo y sin paraguas, la gente que te viera diría: esta mujer no está bién de la cabeza... jajaja
Un abrazo y que las disfruteis las moras, por aquí les llamamos Moras de Zarzal y en realidad no las cansumimos, no es costumbre, las de morera sí para ponerlas con aguardiente. Este año ha llovido muy poco, y por eso las moras no han madurado en demasía.
El fin de semana pasado dedicamos algún rato a su recolección, y no fuimos los únicos, hay cada vez más entusiasmo por recoger este fruto salvaje. Tal es así que va pasando como con las setas, que anda todo el mundo de tapadillo de acá para allá sin decir donde va, por no desvelar los zarzales secretos y mejores, cualquier día como nos descuidemos, ponen coto como a los boletus...