Ésta Semana Santa tuve que cuidarme de la llave de la iglesia y era mucho mayor que la presente. La recordaba de pequeño cuando apenas tenía fuerzas para abrir aquel portalón tan bonito y lleno de clavos, pues estábamos esperrando al sacristan para tocar a las oraciones al hacerse de noche y queríamos abrir la puerta nosotros mismos.
También recuerdo los llares colgados en la chimenea de mi casa y las patatas que sacábamos de la caldereta en la que cocíamos cuatro cosillas para los cerdos que criábamos... Esta llave es de casa de mi abuela, tiene unos diez centimetros de longitud, y creo que es el único ejemplar que existe, abre y cierra la puerta de madera de doble hoja de acceso a la casa centenaria. (Hay fotos en el álbum)
La cerradura es grande, y también ulula el viento a su través.
La verdad es que normalmente en La Vega las puertas de las casas habitadas estan casi siempre abiertas, si alguien va y no estas te dejan algún obstaculo para demostrar su visita (una piedra un palo en mitad de... La llave de la puerta de mi casa, aquel portón por el que el aire frío de invierno pasaba libremente y nos helaba la espaldamientras mientras nos calentábamos al amor de la lumbre del hogar, era mucho más grande que ésta y tenía un agujero por el que yo emitía "chiflidos" al soplar. Hoy día tenemos una puerta de aluminio, que no "pega" ni con barro; pero con una llave muy pequeña que se puede llevar en el bolsillo y que a veces ni te la encuentras. Un abrazo La Vega.