Hace dos años la llegada de la
primavera me sorprendió en la Vega, recuerdo la luz del sol y la tibieza de la tarde, recuerdo aquella brisa ligera que mecía mi cabello y acariciaba mi rostro, recuerdo aquel aroma apenas incipiente del
campo y de la retama a punto de despertar, y aquel silencio emocionado roto por un adiós hasta siempre...
Este año, estaré alerta, (¡me lo he propuesto!), y a miles de kilómetros, tal vez a las orillas del Sena, quizás a la
puerta de Notre Dame, puede que en lo alto de la
torre Eiffel, recibiré esta nueva primavera, que espero sea tan inolvidable como la de hace dos años.
(18/03/10) DLV (R)