En esta casa vivia Tia Jacoba, que era una mujer que siempre me decía cuando yo era muy pequeña que me iba a quitar los lazos, si bien, nunca lo hizo....
Mi abuelo contaba una anécdota de un perro que tenía esta mujer, que era muy pequeño, y se ponía fatal de los ojos cuando andaba de amoríos con las perras.
Hace poco dos personas diferentes me contaron anécdotas similares, que me trajeron a la memoria aquella de mi abuelo, y decidí sacar un coplilla para que no se me olvidara, y rememorar sobre todo las carcajdas, y los gestos de mi abuelo cuando me la contaba.
¡Ahí va...!
Tenia un perro Tía Jacoba
no recuerdo bien su nombre
que rondaba a una perra
pa consolarle sus ardores.
Luchó como valiente
amenazó con dentelladas
se libró de otros pretendientes
ganó el favor de la dama
En esa tesitura
reclamó su prenda amada,
o como dirían los esclavistas
el derecho de pernada
Se pusieron en materia
¡pero algo no cuadraba...!
la perra era muy alta
y él, tan pequeñito ¡que no llegaba...!
Nada que no hay manera...
¡menuda papeleta!,
de esta pierdo yo....,
mi reputación entre las perras...
Saltaba, brincaba, se aupaba
aullaba, gemía, sudaba,
la perra no ayudaba
crudo lo de llegar a las nalgas....
Los ojos llenos de legañas
le caían lagrimones....
el resto de perros le decían
¿quieres unos tacones?
(De las historias de mi abuelo)
Mi abuelo contaba una anécdota de un perro que tenía esta mujer, que era muy pequeño, y se ponía fatal de los ojos cuando andaba de amoríos con las perras.
Hace poco dos personas diferentes me contaron anécdotas similares, que me trajeron a la memoria aquella de mi abuelo, y decidí sacar un coplilla para que no se me olvidara, y rememorar sobre todo las carcajdas, y los gestos de mi abuelo cuando me la contaba.
¡Ahí va...!
Tenia un perro Tía Jacoba
no recuerdo bien su nombre
que rondaba a una perra
pa consolarle sus ardores.
Luchó como valiente
amenazó con dentelladas
se libró de otros pretendientes
ganó el favor de la dama
En esa tesitura
reclamó su prenda amada,
o como dirían los esclavistas
el derecho de pernada
Se pusieron en materia
¡pero algo no cuadraba...!
la perra era muy alta
y él, tan pequeñito ¡que no llegaba...!
Nada que no hay manera...
¡menuda papeleta!,
de esta pierdo yo....,
mi reputación entre las perras...
Saltaba, brincaba, se aupaba
aullaba, gemía, sudaba,
la perra no ayudaba
crudo lo de llegar a las nalgas....
Los ojos llenos de legañas
le caían lagrimones....
el resto de perros le decían
¿quieres unos tacones?
(De las historias de mi abuelo)