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SAN MARTIN DE LA VEGA DEL ALBERCHE: Este mirlo es un “cantaor” profesional y “okupa” nocturno,...

LA SOLEDAD SONORA

Nadie sabe de donde viene, ni por qué de todos los lugares posibles del pueblo, ha escogido para instalarse, el huertito abandonado de Tía Mercedes.
Durante el día está fugitivo, no se deja ver y apenas oímos sus soflamas, y es en la noche, en la noche sosegada, cuando irrumpe con su voz y rasga el silencio, y según su inspiración y según sus ganas, nos regala un concierto que muchas veces se prolonga hasta altas horas de la madrugada.
Y nosotros nos quedamos suspendidos de su voz, y nos elevamos en sus altos y contraltos, y guardamos la respiración en sus silencios.
Todo calla salvo él,
todo duerme salvo él.
Él, solo y cantando.
Él, la soledad sonora...

Se ríen de mí cuando digo la suerte que tenemos de que se haya quedado en el barrio, sólo Jesús no está conforme, dice que entre el canto del pajarito, y la luz del farolito de nuestra casa, le tenemos el sueño y los pies desvelados...

Últimamente, estoy como el mirlo durante el día, callada y ausente, después de tanto tiempo “piándolas” por este foro, creo que es comprensible e incluso saludable. Sin embargo he de decir que muchos días antes de regresar a mi atalaya, sobrevuelo este lugar, y el del amigo granaino, y escucho con los ojos, todas vuestras palabras…

Un abrazo alado, y besos de piquito

Este mirlo es un “cantaor” profesional y “okupa” nocturno, pero con premeditación, nocturnidad, alevosía y estilo. Menos mal que la justicia de sus cielos es benévola y justa con sus inigualables y bellos cantos, aunque dudo mucho de la humana apuntando hacia las plumas del músico con las zapatillas de andar por casa en las manos. Por otra parte, hay que comprender que durante el día tiene que buscarse la vida en el supermercado de la Vega y sus alrededores; atrapando gusanos, hormigas, orugas, caracoles, renacuajos, lagartijas, frutas, etc. (su permanente crisis es la del sustento diario). Otra cosa muy distinta es el horario de sus conciertos durante la madrugada (con botellón bajo sus alas o sin él), cuando nos demuestra su talento y sabiduría a la hora de dominar todos los instrumentos musicales.

Sería conveniente colgar del farolito un cartel con los horarios que dicta el Ayuntamiento para estos casos, así como un póster preventivo de gran tamaño con un par de gatos grandes en ayunas. En cualquier caso, no debes olvidar emular al mirlo, ya que el silencio de la noche en “soledad sonora” también suele ser fuente de inspiración para escribir, mientras escuchas el delicado y armónico picoteo del pájaro en su pentagrama. Sin duda, Jesús cambiaría de opinión, aplaudiendo sin descanso para conseguir un emotivo autógrafo escrito con pluma de mirlo.

Pío, pío, píooo...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola amigos, como me gustaría poder escuchar ese mirlo que canta, debe ser maravilloso poderlo escuchar en el silencio de la noche, suerte que tenéis los que vivís en los pueblos pequeños estar cerca de la naturaleza y disfrutar de ella. En la capital no tenemos asa suerte, si que tenemos pájaros pero con el ruido délos coches imposible de poder escucharles como mocho los vemos de aquí para allá y nada mas, pero no renuncio a sus cantos y verlos ir de un árbol a otro y les doy de comer y todos acuden ... (ver texto completo)
Jamás le pondría una mordaza a esa voz tan pura (¿quién encierra una sonrisa?, ¿quién amuralla un voz?), ni le amenazaría con publicidad subliminal de fiereza gatuna, ni colgaría pancartas de indignación en mi farolito, antes al contrario, le facilitaría a Jesús unos tapones para los oídos, y unos calcetines con antifaz para que no le moleste la luz en los pies…

Con respecto a lo de emular al mirlo, necesitaría un montón de clases de “bel” canto, acaso un montón de huevos para afinar la voz, muchas, muchas noches sosegadas, muchos, muchos días de aprendizaje, una buena dosis de musas que no estén de vacaciones, cinco trillones de centímetros cúbicos, en transfusiones de imaginación, y aún así estoy por decirte que me caería del nido a las primeras de cambio, que mi pluma no daría para más, ni para autógrafos siquiera.
¡No hay color…!
Saludos ... (ver texto completo)