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SAN MARTIN DE LA VEGA DEL ALBERCHE: Embelesado se queda uno al leer tus comentarios, esto...

En los tiempos de nuestros abuelos, era muy común que cada familia cebara un cerdo (o más de uno si era familia boyante), pues resolvía bastante la manutención de la prole para casi todo el año, cambiaban jamón por tocino, con la grasilla animaban a las patatas, aderezaban las sopas, y cada día al menos un torrezno se perdía entre el enorme cantero de pan negro (de centeno).
En aquellos tiempos existía el oficio de porquero, y la persona encargada iba con toda la piara comunal por los campos para que los animalillos trotaran y comieran hierbas, cardos, rastrojo, o lo que pillaran. Yo no conocí tal oficio, y nunca he visto en la Vega piara alguna.
Al porquero le pagaban por su trabajo, y además las familias solían abonar una “iguala”, que era una especie de seguro, de modo que en el caso de que el marrano saliera malo en la matanza, al vecino afectado le pagaban de lo recaudado en la iguala, a razón de lo que estuviera valorada la arroba y según pesara el gorrino, Si no salía ningún cerdo malo el importe de la iguala se repartía entre los que la habían pagado.
El pago de la iguala era algo voluntario pero muy generalizado, y es que ya digo que solucionaba mucho la matanza en casa, ¡quien tenía un marrano tenía un tesoro!, y había que asegurar....

Tal vez os estéis preguntando ¿y esto a que viene ahora?, bueno... aparte de la iguala, y por pura cuestión de Fe, era también normal encomendar la salud del guarro al santo que hoy se celebra: San Antón.
Se solía ofrecer una oreja o un pie del cochino, o patatas o centeno al Santo, para que el puerco saliera bueno, y hoy diecisiete de Enero se subastaban esas ofrendas en el portal de arriba de la iglesia, y los donativos iban para San Antón, aunque no me han explicado como se los hacían llegar...
Después de la misa se procedía a la bendición de los animales, sobre todo de los burros, y a continuación los mozos organizaban carreras con ellos, les colgaban el mejor campanillo o la mejor zumba, y recorrían a galope casi todas las calles y había auténticos piques por ver quien era el que más corría. ¡Tendría que ser digno de ver, esos trotes en las calles heladas!, ¿se ”fararían” los burros?...
La afición por las carreras era tal, que cierto mozo que además era de los más veloces, cuando se enteró que su abuelo, le había prestado el burro Martín a un vecino para las faenas del campo, se levantó de madrugada, cogió el asno y le cambió de cuadra para poder correr la carrera de San Antón, y seguro que ganó porque según cuentan las orejas del burro Martín salían siempre por delante en la foto finish... ¡Anda ya...!, ¡esto te lo acabas de inventar!, ¡si no había cámaras....!, ¡ya!, pero... de haberlas habido...

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Embelesado se queda uno al leer tus comentarios, esto pasa a la história de tu pueblo, ¡Pero que bién lo haces, que bién te sale!
Saludos muy cariñosos y porque no, un abrazo.