En mi humilde opinión, este nuevo otoño ha entrado en su estación con buenos modales, teniendo en cuenta la incierta relación que, a veces, suele mantener con su buen amigo: el Sol del membrillo.
Estos primerizos días de su vida, serán de inspiración y acomodo de su alma ante la belleza de los paisajes de su temporal casa. Poco a poco, empezará a pintar con la mayor delicadeza y acierto estético la quietud del silencioso otoño de la Vega. Armado con atriles de campaña, paletas, pinceles, pinturas, aceites, etc., dejará terminado su cambiante y multicolor trimestre cuando su ausencia nos acompañe sin remisión hacia el serio invierno, para terminar el año frente a unas humildes uvas bien contadas.
Por otra parte, en varios meses no he dejado de acordarme de mis amigas y amigos del foro de la Vega. Tampoco de mi cuñado Angel, hermano de mi tormento, al que sin rechistar permití hace unos días obsequiarme en su casa con una buena bolsa de dulces ciruelas de la Vega. No sé de quién serán los ciruelos, pero le recomendé encarecidamente a mi cuñado que no pierda las amistades con el dueño, y que cada fin de semana que vaya a su casa de la Vega haga una ronda entre los ciruelos para quitar las malas hierbas y, de paso, lleve una bolsa vacía para evitar que los pájaros picoteen lo que no es suyo. ¡Estaría bueno que mi cuñado se vea obligado a perder las buenas costumbres por culpa de los plumíferos piantes!
Feliz otoño y un abrazo para todos.
Estos primerizos días de su vida, serán de inspiración y acomodo de su alma ante la belleza de los paisajes de su temporal casa. Poco a poco, empezará a pintar con la mayor delicadeza y acierto estético la quietud del silencioso otoño de la Vega. Armado con atriles de campaña, paletas, pinceles, pinturas, aceites, etc., dejará terminado su cambiante y multicolor trimestre cuando su ausencia nos acompañe sin remisión hacia el serio invierno, para terminar el año frente a unas humildes uvas bien contadas.
Por otra parte, en varios meses no he dejado de acordarme de mis amigas y amigos del foro de la Vega. Tampoco de mi cuñado Angel, hermano de mi tormento, al que sin rechistar permití hace unos días obsequiarme en su casa con una buena bolsa de dulces ciruelas de la Vega. No sé de quién serán los ciruelos, pero le recomendé encarecidamente a mi cuñado que no pierda las amistades con el dueño, y que cada fin de semana que vaya a su casa de la Vega haga una ronda entre los ciruelos para quitar las malas hierbas y, de paso, lleve una bolsa vacía para evitar que los pájaros picoteen lo que no es suyo. ¡Estaría bueno que mi cuñado se vea obligado a perder las buenas costumbres por culpa de los plumíferos piantes!
Feliz otoño y un abrazo para todos.