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SAN MARTIN DE LA VEGA DEL ALBERCHE: ¡Y yo me quedo como el viento...

En aquellos veranos de mi infancia en La Vega, después de la anarquía y el precioso don de la libertad que regía el día a día, contaba además con el regalo inesperado del río.

Muchas, muchas tardes de verano se nos iban en sus riberas, en charcos o pozas, que nosotros jóvenes ingenieros sin planos, pero con mucha vocación construíamos a base de "terrones", y que muchas veces se reventaban y debíamos volver a construir.

Quien más y quien menos recordará aquellas tardes de río, entre confidencias, aguadillas, chapuzones, bicicletas, planes, proyectos, y amores de pan con chocolate, y el río la excusa, el hilo conductor, lamiendo nuestras orillas, impregnándonos de muchas sensaciones, que entonces no parecíamos apreciar: el rumor del agua, la vida silente de peces y renacuajos, la esbeltez de los juncos, la agresividad de las "abulagas", la brisa y el sol cabrioleando por la piel y dejándonos un aroma muy peculiar, el saboreo de un tiempo que nos parecía eterno y feliz.

Hace mucho tiempo que no voy a pasar una tarde al río (a nuestro río), ya no hay pozas, y los caminos aparte de alambrados, se han borrado (en el Vegazo), o están invadidos por la escoba (en los molinos), sin embargo reconozco en sus aguas siempre nuevas y nacientes, la voz de aquel rio que inundó de felicidad muchas tardes de mi infancia y adolescencia, y a sus orillas acudo, para renovar con él el bautismo de sensaciones.

Y aunque la memoria destapa a veces el bote de las esencias, las palabras a menudo se quedan cortas, y no caben en ellas todas las sensaciones..

Sin embargo, ¡voy a intentarlo!: recrear aquellas tardes de río en que el tiempo pasaba lento y rápido, y no hacía falta hablar.

TARDES DE RÍO
Descalzos los pies
por la alfombra de hierba,
el sol se deshace
en el agua, y reverbera.

Le guiño los ojos mientras
la brisa como un pincel,
traza y dibuja ondas
sobre el lienzo de mi piel.

La voz eterna del río
entre las piedras no calla,
los renacuajos pierden la cola
y los peces le echan agallas.

De retama hierbabuena y poleo,
anda perfumado el campo,
las golondrinas no cambian el cielo,
por su nido bordado de heno y barro.

Y yo me quedo como el viento
cuando pasa entre las rosas,
clavado en sus espinas
desangrando por su aroma.

Lenta se desliza la tarde
llenando como agua mansa mis huecos,
fundida con el paisaje
¿él o yo?, ¿quién es el espejo?,

y regreso camino a casa
dando la espalda al ocaso,
mientras el río se viste de plata
y se inunda de silencio el campo.
DLV®

No dejéis este verano de pasar una tarde al lado de nuestro pequeño río, no os defraudará.
Besos a todos/as
Feliz VEranito

¡Y yo me quedo como el viento
cuando pasa entre las rosas,
y yo S. G. me quedo embelezao
saboreando tus versos!

Felices Fiestas y Felices vacaciones.
Un abrazo.