Al padre Alberche y a la madre Vega, origen y destino de sus primeros asentamientos humanos, denominados Vegatos. A sus paisajes y a su quietud. A su blanco invierno y a su amable verano, pulcramente vestido de primavera. A su evocador otoño y a sus sugerentes colores. A sus montañas y a sus valles. A sus fuentes y a sus aguas. A sus tierras y a sus cielos. A sus días y a sus noches. A su oscuridad y a sus estrellas. A sus amaneceres y a sus atardeceres. A sus fuentes de patatas machaconas piropeando ... (ver texto completo)